Ferrero y el Rocío

QUE SE sepa, relación ninguna. Puede que Juan Carlos Ferrero pase de la Virgen del Rocío y puede que a muchísimos de los romeros, el tenis les importe un pimiento. O lo contrario, pero da lo mismo. Los informativos de ayer repartieron su protagonismo entre ambos acontecimientos (aunque a Ferrero, La Primera ya le hizo honores en directo el propio domingo en su Telediario 2 ). La victoria de Ferrero en Roland Garros le sitúa como el número uno de la raqueta y su hazaña fue presentada como una victoria sobre el mundo-mundial, o algo así. Es la desmesura de la tele o quizá consecuencia del diseño de prioridades a la hora de informar. Vivimos en el país de las maravillas y entre ellas tenemos a Ferrero, naturalmente gran deportista y también naturalmente un justo vencedor del prestigioso torneo parisino. Sin ánimo de polemizar ni de cuestionar todo lo que guarda relación con las creencias religiosas, pese a su permanente coqueteo con el fanatismo, lo de los romeros saltándose la verja para acceder a la Señora del Rocío, tiene mucho de espectáculo, quizá demasiado. Y hasta puede que la vorágine mediática se haya merendado a una fiesta cuyo primitivismo tiene su máxima expresión en la gente empujándose a lo bestia para unos segundos de gloria inclasificable. Nos cuentan que el elemento profano se congracia con el religioso en una fiesta que está entre los mayores atractivos turísticos de Andalucía por estas fechas. En ambos casos, Ferrero y el Rocío, asistimos a una ceremonia del exceso porque es natural a la televisión.