Diario de León

Miles de aficionados, entre ellos muchos españoles, viajan a Alemania para asistir a este evento

Bayreuth, cita anual obligada con la música y el drama de Richard Wagner

Se trata de un gran espectáculo en el que conseguir una entrada supone toda una aventura

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Miguel Ángel Nepomuceno - bayreuth
León

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Todo en Bayreuth respira estos días un cierto aire religioso y místico, exento de la frivolidad comercial que se advierte en otros festivales. Durante un mes la «verde colina» se convierte en camino de perfección para los miles de wagnerianos que desde los lugares más recónditos del planeta se disponen a emprender su peregrinación hasta el Festspielhaus para presenciar uno de los espectáculos más impresionantes que la mente humana ha podido concebir: El Anillo del Nibelungo , también conocido como la Tetralogía . Junto a ella, se alternan cada año otras tres óperas del maestro de Leipzig. Para esta edición ya se han puesto en escena El Holandés Errante y Tanhäuser, cerrando mañana esta primera tanda de treinta representaciones que se prolongará alternativamente hasta el 28 de agosto, Lohengrin . El año próximo les toca el turno a Tristán e Isolda , Maestros Cantores y Parsifal , además del mencionado Anillo que siempre figura en la programación de todos los años. Para cualquier mortal, conseguir una localidad para presenciar una de las treinta funciones es poco menos que la aventura de una vida. No en vano se solicitan con muchos años de antelación, porque lo normal es tardar unos ocho años para poder  hacerse con una de las 1.900 localidades de las que consta el aforo del Festspielhaus.  Diez años esperando Algunos aguardan semanas enteras durante el mes de agosto alrededor de la sala del festival para ver si alguien le cede una entrada sobrante aunque tenga que pagarla a precio de oro. Este año se ha hablado mucho de un matrimonio noruego que llevaba diez años esperando para presenciar Tanhäuser y el lunes pasado no cabía en sí de gozo al poder traspasar las puertas del Festspielhaus después de una espera que haría palidecer al santo Job. Pero lo triste del caso es que después de esa desesperante espera no pudieron presenciar juntos la ansiada ópera ya que sólo habían podido obtener una entrada para los dos. Como buenos compañeros se repartieron el botín y cada uno vio un acto y sortearon el tercero, «que le tocó a mi mujer», dijo el satisfecho noruego que no sabía si lo que estaba ocurriéndole lo vivía o lo soñaba. La emoción del peregrino llega a su cénit cuando a cincuenta metros de la casa se encuentra con la tumba del maestro en el jardín de la residencia, (un espacio totalmente abierto a la ciudad), sin una sola valla que le impida acercarse para acariciar la musgosa piedra que la cubre. Allí en compañía de su esposa Cosima se encuentra el cuerpo de quien para algunos está considerado el más grande compositor de la historia. Wagner había previsto que los artistas no recibiesen más que una indemnización por su trabajo y no fuesen retribuidos en sentido  estricto. «Los que no vienen a mí por motivos de honor y de entusiasmo que se queden en su casa», escribió. Si bien es verdad que hoy cobran, lo hacen muy por debajo de lo que son sus cachets normales. No obstante, dirigir o cantar en Bayreuth es es algo que no se paga con dinero.

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