«Es una feria transgresora, enseñamos a mirar las obras»

«En estos 23 años hemos revitalizado el papel de las galerías como gestores, promotores y representante de los artistas» era el positivo balance de la directora del certamen, Rosina Gómez Baeza, quien expresaba su satisfacción «por nuestro trabajo de mediación entre los estamentos artísticos». «La galerías se reconocen ahora como mediadores entre artistas e instituciones y museos y eso es fundamental para la normalización del sistema del arte en España», aseguraba. «Arco es una feria transgresora, de selección y por tanto distinta a la que quieren ser exhaustivas». «Además, afirma, enseñamos a mirar y somos la única feria en su género que se sirve de la teoría como generadora de esa visión», concluía aludiendo al foro que ha reunido a dos centenares de expertos en las sesiones de debate celebradas durante la feria y que ha reunido a dos centenares de expertos. Polemillas y «Chill-outs» También quitaba hierro Fermín Lucas a la polémica en torno a la áreas de descanso, los chill out concebidos como desafíos de diseño y que invadidos por los visitantes, para muchos galeristas no han generado más que molestias e interferencias que dificultaron su ventas. Tanto, que la creadora de Arco hace 23 años, Juana de Aizpuru, había demandado su desaparición. Impidió Lucas que Rosina Gómez Baeza, directora de Arco desde hace 16 años, diera su parecer sobre al polémica para contestar él. «No creo que sea una gran polémica, acaso una polemilla» afirmaba Lucas. «Cualquier determinación que tomemos originará más problemas al visitante. Lo someteremos a consideración de galeristas, coleccionistas y organización. Estamos dispuestos a mejorar y todo lo que hacemos por y para el sector» aseguraba. A pesar de carecer de información exhaustiva, los organizadores daban cuenta del algunas ventas notables, como los 270.000 euros pagados por una pintura de Oscar Domíngez - Les siphons - en la galería 1900 2000, otra pieza de Louise Bourgeois vendida por Soledad Lorenzo en 235.000 euros, que también vendió un Tàpies por 215.000 euros. También Bischofberger vendía un Barceló de gran formato por 120.000 euros.