Diario de León

| Reportaje | Expolio real |

¿Quién robó el manto a Sancha? El director de Patrimonio calla

El manto que Isabel II donó para cubrir la momia de doña Sancha continúa en poder de un particular después de que en 1868 lo robara la mujer del gobernador civil

Imagen de la carta que se conserva en la tumba de Doña Sancha

Imagen de la carta que se conserva en la tumba de Doña Sancha

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Cristina Fanjul - león
León

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Cuando hace ahora ocho años abrieron la tumba de la reina Doña Sancha, se descubrieron dos pergaminos sobre su cuerpo desnudo. La carta, de 22 de diciembre de 1866, informa de la visita que la reina Isabel II realizó a San Isidoro. «Se hallaba el Panteón de los reyes de León en un estado de completo abandono y el cadaver de la Reyna doña Sancha perfectamente conservado en estado de momia se encontraba en completa desnudez». Según cuentan las crónicas de la época, Isabel II tuvo un arrebato de generosidad y decidió donar a la reina leonesa uno de sus mantos preferidos -bordado en seda y oro- para que la resguardara de la indigencia en que los soldados franceses le habían dejado tras el expolio del año 1809. La misiva describe además la indignación que sufrió la soberana a causa del estado del Panteón, lo que la habría llevado al gobernador, Manuel Rodríguez Monge, a adecentar el lugar. ¿Cómo explicar entonces que un siglo después y al abrirse de nuevo el Panteón la reina apareciese de nuevo desnuda? La historia cuenta que el manto se robó, aunque no fue con nocturnidad y alevosía ni utilizando herramientas de alta precisión para apropiarse de la túnica regia. Dos años después de la visita real, en 1868, la mujer del gobernador civil solicitó que se le prestase el manto con el fin de poder copiarlo. Una vez realizados los patrones, los ropajes reales serían devueltos a su legítima propietaria. Sin embargo, la dama decidió que los brocados de seda y oro estarían mejor en su armario. Y allí siguen desde entonces. Es decir, a la expoliación napoleónica siguió la cometida por el político que fue además el responsable de llevarse al Museo Arqueológico de Madrid no pocas obras artísticas de San Isidoro. El propio Antonio Viñayo lo relataba hace años en una entrevista: «Pero fue en 1868, durante la Revolución de La Gloriosa, cuando incautaron una serie de piezas para hacer el Museo de Madrid. Un aciago día, el gobernador civil vino acompañado de la Guardia Civil y mandó llevarse el crucifijo de Fernando y Sancha, la arqueta de las Bienaventuranzas, la arqueta mozárabe... No sé por qué razón también dejaron otras muy buenas, como el cáliz de Doña Urraca y los libros». Sería recomendable que los herederos de quien perpetró este saqueo devolvieran la túnica a su legítima dueña y el cuerpo momificado de la soberana - que tiene rango de venerable- recibiera después de casi dos siglos lo que le pertenece. D urante cinco días este periódico ha intentado sin éxito hablar con el director general de Patrimonio de la Junta, Enrique Sáiz, para averiguar si, desde 1997, esa institución ha recibido la memoria de la investigación de los 93 cuerpos del Panteón Real.

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