Diario de León

Duró mil años y murió en dos días

El «Beato de Facundo» salió de forma desconocida de San Isidoro, peregrinó de mano en mano dos siglos y en el 2000 la Biblioteca Nacional lo prestó y regresó destrozado

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Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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El Beato de Fernando I y Sancha, conocido también como de Facundo, por ser quien lo escribió e iluminó, y que ahora está en avanzado proceso de deterioro por la humedad, está considerado por los especialistas como el más elegante y el mejor conservado de todos los conocidos. Su pérdida significaría un desastre de consecuencias considerables, porque desaparecería el único códice regio conocido que se sabe fue un encargo directo de un rey para su curia. Custodiado en la Biblioteca de San Isidoro desde su creación en 1047, el primero que da noticia oficial de él es Ambrosio de Morales, en su Crónica General, en 1572, del que dice estaba junto al de Valcabado, por pertenecer este pueblo de Palencia a la diócesis de León y tenerlo la biblioteca isidoriana en préstamo para su estudio. De León el beato desaparece sin conocerse quién ni cómo se sustrajo, pero en 1580 aparece de pronto en Toledo junto con el de Valcabado, donde lo tuvo en su poder el bibliotecario de la catedral Juan Bautista Pérez. La razón de este traslado fue para que «personas doctas lo examinen y juzguen de la conveniencia de una edición. El Beato de Fernando I y Sancha se entregó a Alvar Gómez de Castro para su examen, según confirma el jesuita Luis de Alcázar. Hay que tener en cuenta que en estos años Gómez de Castro estaba recibiendo numerosos códices de monasterios, catedrales y colegiatas, entre ellas la de León con las obras de San Isidoro de Sevilla para hacer una edición que nunca se llegó a realizar. Al morir éste, el libro pasó a García de Loaisa Girón, arcediano de Guadalajara, canónigo de Toledo y preceptor de Felipe III. A su muerte, en 1599, se encontró entre sus libros. Su biblioteca acabaría en el monasterio de San Vicente de Plasencia a finales del siglo XVII; y a la Biblioteca Nacional, a mediados del XVIII, gracias a las gestiones del bibliotecario Juan de Iriarte. Juan Tamayo de Salazar lo sacó de este monasterio junto con otros muchos manuscritos para utilizarlos en su Martyrologium Hispanum, que terminarían en poder de Diego Arce y Reinoso, obispo de Plasencia e inquisidor general, que falleció en 1665 en Madrid y entre sus libros se encontró el Beato. Su espléndida biblioteca se puso en venta y fue adquirida por Gaspar Ibáñez de Segovia, marqués de Mondéjar. En 1708 Felipe V confiscó sus bienes y libros por militar en las tropas del pretendeniente Austriaco sus tres hijos. Sin embargo en el inventario de bienes no se encontró el Beato. El motivo fue que las tropas austriacas al pasar por la villa de Mondéjar, se llevaron a los hijos del marqués y se incautaron de todos los bienes, entre ellos el famoso Beato. Alcanzados los austriacos por las tropas de Felipe V, cayó en su poder el códice con los demás objetos personales del monarca como botín de guerra. Posteriormente, al fundarse la Biblioteca Real pasó el Beato a esta institución con los demás libros de la biblioteca de palacio y figura en la Biblioteca Nacional con la signatura Vitr. 14-2. Esta es a grandes rasgos la azarosa historia del Beato de Facundo que recorrió en dos siglos media España en perfectas condiciones para acabar en Roma en el año 2000, dañado de muerte. El códice consta de 316 folios más guardas (640 páginas). 360 x 280 mm. 114 Ilustraciones, 9 de ellas a doble a página. Escritura Visigótica (2 columnas. 35 líneas) Siglo XI. Año 1047. Autor: Facundo. El folio 316 esta extremadamente deteriorado por lo que en 1789 Francisco Asenjo de Mejorada hizo una copia de ella. Ejemplar único Aunque todos los beatos son copias del primero, sin embargo todos y cada uno de ellos son ejemplares únicos puesto que no hay dos iguales. El número de ellos y su estilo dependen de la época en la que fue escrito. Actualmente se conservan 32 beatos, de los cuales 25 están más o menos completos, aunque si contamos las hojas sueltas, llegan a 34. De los «completos», 22 tienen miniaturas y van del siglo X al XIII, siendo conocidos como prerrománicos los que van del siglo X al XI. Diecisiete de ellos están en escritura visigótica; cinco, en carolina; uno, parte en visigótica, parte en carolina; cinco, en carolina de transición a la gótica; dos, en gótica; y dos, en humanística. Diecinueve de ellos se conservan en España, entre los que está el extraviado de Zaragoza, tres en Italia, tres más un fragmento de otro en Francia, dos en Portugal, dos en Inglaterra, dos en EE.UU., uno en Alemania y un fragmento en Suiza de otro códice francés.

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