Diario de León
Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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DE ENTRE las emisiones de ficción española del jueves noche -la despedida definitiva de Los Serrano , en Telecinco; la edición especial de Amar en tiempos revueltos en TVE-1 y el estreno de la serie Lex en Antena 3-, la que más expectación había creado de antemano era esta última, Lex , un producto de Globomedia dirigido por Daniel Écija en persona y ambientado en una oficina de abogados. Esa expectación se debía, entre otras cosas, a lo singular del escenario -ninguna serie española de abogados ha salido bien desde los tiempos de Turno de guardia -, a las características del reparto -no es habitual ver a Javier Cámara en un papel tan dramático como cómico, y menos como actor principal- y a la identidad de quien firma el producto, es decir, Globomedia. El punto de partida es éste: tres abogados dirigen un bufete que se caracteriza tanto por su eficacia como por su clamorosa inmoralidad; de las relaciones entre ellos tres, y de los tres con el mundo exterior, nacen las situaciones que dan pie al relato. Visto el episodio de estreno, la evaluación debe ser, por lo menos, templada: Lex está bien hecha, pero comunica una penosa impresión de insatisfacción, como si los autores, al hacer el producto, no se hubieran atrevido a sacarle a la historia todas sus posibilidades, quedándose en el repertorio más convencional de la comedia española joven-y-urbana. En materia narrativa, esta serie echa mano de un recurso muy clásico que consiste en superponer varios hilos de distinto color: uno dramático, otro sentimental, aún otro trágico, otro más de carácter cómico. La trenza está muy bien manufacturada, con solvencia, y envuelta en un ritmo medido con eficacia. En esto Globomedia sigue siendo una marca que da garantías. Otra cosa es la calidad propia de cada hilo, y aquí es donde el espectador puede encontrar reparos. Por ejemplo, la parte cómica de la trenza, en este episodio de estreno, giraba en torno a una operación de trasplante de pene, uno muy grande por otro muy pequeño, y los consiguientes trastornos que el cambio producía en el que perdió el grande y en el que lo recibió. Una patochada bastante llamativa. Para colmo, el asunto no terminaba con la risotada genital, sino que el guión trataba de ponerse moralizante subrayando lo superfluo de las cualidades físicas y la importancia del «interior» de las personas. Resultaba chocante un desenlace tan pasteloso para un recurso tan primario. Lex acaba de empezar. Este primer episodio sólo es el huevo del que van a ir saliendo todas las historias que a partir de ahora veremos. Tanto por producción como por interpretaciones, debería ser una serie más que aceptable. Lo justo es darle algo más de tiempo.

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