El mensaje pervive

«No sirve de nada matar al mensajero. Él desaparece, pero el mensaje pervive», así explica Ricardo Magaz, escritor y coordinador de No es elegante disparale al columnista , la esencia del título bajo el que varios columnistas y autores consagrados publican una cuidada selección de sus trabajos. Esta heterogénea mezcla de temas y estilos integra tribunas publicadas en varios medios de la provincia. «Hemos tratado de aglutinar lo mejor de cada autor», apunta Magaz. No es elegante dispararle al columnista cuenta con la colaboración de prosistas, ensayistas, médicos y abogados, entre los que se se encuentran Carmen Busmayor, Adolfo Alonso Ares, Manuel Durruti, Ángel Lorenzana, Santiago Ordóñez, José Gutiérrez Aláiz, Ángel L. Nieto, «El diablillo cojuelo» o Ramón Villa. Los propios autores fueron los encargados de seleccionar las obras que querían ver publicadas, una antología de columnas, muchas de ellas inéditas, que se consiguió completar en a penas dos meses. «La idea surgió hace un tiempo y todo fue sobre ruedas. Los colaboradores presentaron los árticulos tiempo récord, la selección, la estructura, la imprenta, las pruebas se hicieron en a penas dos meses y el trabajo estuvo pronto sobre la mesa», añade Magaz. Impulsada por la Unión de Escritors y Periodistas Españoles y apoyada por el Instituto Leonés de Cultura, la idea nació del propio coordinador y algún otro columnista quienes la propusieron a la Obra Social Caja España, que sin dudarlo ofreció su mecenazgo y priopició la publicación de este libro coral. Ricardo Magaz, escritor especializado en la novela negra, fue quien propuso el título, que cómo el mismo explica «No deja de ser un guiño y un juego de palabras, un gesto de gracia al mensajero, que es un simple enviado». El libro cuenta con varias ilustraciones del artista leonés Ramón villa, que acompañan a la pequeña biografía que intruduce a cada autor. Además, el periodista leonés Alfonso Rojo, habitual colaborador de las actividades de la Casa de León en Madrid, ha sido el encargado de escribir la contraportada. Uno de los atractivos curiosos de la publicación es la colaboración de un columnista anónimo que se esconde tras el pseudónimo «Diablillo cojuelo» y es el resultado de un híbrido picaresco entre el personaje literario del licenciado Luis Vélez de Guevara y un contemporáneo con ganas de satirizar la realidad. « El diablillo cojuelo es un pseudónimo y como tal su atractivo está en que nadie conozca su nombre, ni su cara, cloro, de ahí el dibujo en la portada», concluye Magaz.