Diario de León

fútbol. la resaca del clásico

El Barça llega fortalecido a Japón

La plantilla azulgrana busca su segundo Mundial de Clubes de la historia culé después de ganar con autoridad al Real Madrid en el Santiago Bernabéu.

Los jugadores del Barça llegaron ayer al aeropuerto Narita de Tokio para jugar el Mundial de Clubes.

Los jugadores del Barça llegaron ayer al aeropuerto Narita de Tokio para jugar el Mundial de Clubes.

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pablo ríos | barcelona
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La plantilla del Barça se libró de una buena. Minutos después de acabar el clásico, embarcó en un avión que aterrizó en Japón este domingo pasadas las 14.00 horas (española). Fueron casi 13 horas de viaje que podrían haberse convertido en caso de derrota en una pesadilla.

La suplencia de Villa o Mascherano amenazaban con ser temas de estado en el trayecto, pero el 1-3 del Bernabéu convirtió el desplazamiento en una fiesta inicial que dio paso al plácido sueño hasta la llegada a Tokio, donde más de 200 aficionados esperaban en el aeropuerto. El reto es conseguir el segundo Mundial de Clubes de la historia del FC Barcelona tras el logrado en 2009.

El jueves espera en la semifinal el Al Sadd de Qatar, que eliminó al Espèrance de Túnez, y en la posible final del domingo el rival sería el Santos si elimina al Kassiwa Reyson de Japón, sorprendente verdugo del Monterrey mexicano.

Antes hay que aclimatar el cuerpo al nuevo horario y al clima. Solo es baja Afellay, mientras que en la lista de 23 figuran los canteranos Cuenca, Jonathan dos Santos y el guardameta Oier Olazabal.

Sin argumentos. Mientras llega la hora de disputar otro título, aún planea sobre la expedición azulgrana las excusas dadas por el técnico del Real Madrid: «No me ha gustado el primer gol porque ha sido igual a otros que ya hemos sufrido contra el Barça».

Sin proponérselo, incluso lloriqueando una vez más porque según él sus jugadores no frenaron a Messi en esa acción en la que asistió a Alexis «porque tienen miedo de ver una amarilla cuando ven un balón dividido», José Mourinho descubrió públicamente su incapacidad para presentar una oposión real al juego de toque y posesión del Barça.

Y en su confesión sesgada, fiel a su estilo, culpó a sus jugadores sin matizar que les obliga a vivir pendientes de los movimientos del eterno rival en lugar de confiar en su calidad futbolística para llevar la iniciativa. Ni con el regalo de Víctor Valdés a los 22 segundos de partido fue valiente.

Y sentado en el banquillo, saliendo solo para protestar al árbitro porque un estratega mezquino necesita la permisividad total del colegiado en los encuentros de primer nivel, se vio impotente para contrarrestar el estilo de un equipo como el Barça, construido para mandar en el campo, algo que Mourinho ha rechazado siempre a lo largo de su carrera.

El Barça, que no lo olvide ninguno de los madridistas que sigue viendo a Mourinho como un dios incomprendido y maltratado, llegaba tocado al Santiago Bernabéu. Con seis puntos virtuales abajo (tres reales por la victoria en el partido adelantado ante el Rayo), el temor a quedarse descolgado tan pronto en la pelea por el título de Liga existía.

Los números en los partidos lejos del Camp Nou tampoco invitaban al optimismo (solo dos victorias, sendos pírricos 0-1 en Gijón y Granada) . Y todo ello se reflejó en esos primeros 22 segundos en los que Víctor Valdés tiró por tierra más de tres años de seguridad jugando el balón con el pie para recuperar viejos fantasmas al errar un pase que originó el 1-0 de Benzema. Pero los culés, lejos de venirse abajo, insistieron en su estilo. Iniesta y Messi volvieron a ser la pareja perfecta para desarmar a los blancos.

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