Diario de León

Un City-Barça a la carrera

Manuel Pellegrini está decidido a arriesgar y ser más fiel a su estilo pese a que el blaugrana Luis Enrique prefiere el intercambio de golpes y las contras.

Piqué bromea con Messi y Adriano en el último entrenamiento del Barça en el estadio Etihad.

Piqué bromea con Messi y Adriano en el último entrenamiento del Barça en el estadio Etihad.

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P. RÍOS | MANCHESTER
León

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Ha pasado un año y los dos equipos vuelven a verse las caras en octavos de final de una Liga de Campeones cada vez más teledirigida por los condicionantes en sus sorteos. Pellegrini ha aprendido la lección y quiere arriesgar más, aunque en la previa volvió a incidir en que lo importante es no encajar. Sabe que Luis Enrique propone partidos abiertos para sacar provecho de la velocidad de su tridente, Messi, Luis Suárez y Neymar, en las contras y está dispuesto a aceptar el intercambio de golpes porque cree en la definición de Agüero, Silva, Nasri y quién sabe si en la de Dzeko o Bony, pues podría alinear un segundo punta. Si acertará o no siendo más valiente se sabrá una vez comience el partido a las 20.45 horas por TVE-1 y TVE-3, pero lo curioso es que el Barça de Luis Enrique ya ha demostrado que sufre ante defensas cerradas porque se ha cansado de tocar y tocar, ya no tiene paciencia, como demostró el sábado en la derrota ante el Málaga.

Quizás el técnico chileno equivoque el orden. El año pasado tendría que haber sido más osado ante un Barça con escasa respuesta física y anímica, pero que todavía sabía jugar a ‘balonmano’ alrededor del área rival. Y puede que en esta ocasión sea más necesario no ceder espacios a un Barça que corre más.

Esos son los quebraderos de cabeza que sufren los técnicos delante de una pizarra antes de un gran partido de estas características. Pellegrini partirá, en cualquier caso, de un plan aparente que puede cambiar, mientras que Luis Enrique es más previsible, condicionado por el tridente y el 4-3-3. El chileno, con la baja del sancionado Touré Yaya, puede sorprender con Dzeko descolgando balones para Agüero, Nasri y Silva, con Fernando y Fernandinho de mediocentros, o sacrificar al ariete bosnio y ocupar más la banda con Jesús Navas. Incluso podría jugarse la carta Bony en lugar de Dzeko y Navas: todo potencia, un delantero que el Barça conoce menos. El asturiano tiene menos margen de maniobra para sorprender: Messi, Luis Suárez y Neymar son fijos lo que sólo deja maniobra para cambiar hombre por hombre. Xavi y Rakitic de interiores, con Busquets de pivote, parece la opción más probable para la media porque los dos primeros no fueron titulares ante el Málaga. Pero si jugaran Iniesta o Rafinha nada cambiaría en lo táctico. En defensa, el tándem Piqué-Mascherano es el que mejor funciona, aunque Bartra ha jugado muchos partidos de Liga de Campeones y Mathieu tiene el OK del técnico por su capacidad para corregir.

El City, tras golear al Newcastle 5-0 en un partido con chispa, se acercó a un Chelsea que no pasó del empate. Este es un Barça que, aunque tiene buena pinta, no parece estar dotado de la fortaleza mental necesaria para levantarse rápido de los batacazos. Lo hizo tras el 1-0 de Anoeta, pero porque hubo una conjura tras unos días apocalípticos en todos los sentidos. Ahora no ha habido ningún recurso emocional. Se perdió. Nadie sabe el motivo por el que el equipo jugó con tanta tristeza y desesperación. Y esta vez no hay un partido sencillo que haga de puente como pasó en aquella primera semana de enero, cuando entre la Real Sociedad y el partidazo ante el Atlético, el Elche, en Copa, sirvió de medicina reconstituyente. Ahora, sin tiempo para armar una estrategia anímica, al Etihad Stadium a pecho descubierto.

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