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El Barça se aísla de su propio entorno

Luis Enrique no quiere que el homenaje a Cruyff desestabilice a la plantilla durante el clásico y transmite a sus jugadores que el mejor reconocimiento es una victoria ante el eterno rival.

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p. ríos | barcelona

Como entrenador que debe aislarse de las cuestiones emocionales y centrarse con exclusividad en la preparación de un partido tan importante como el clásico ante el Real Madrid, Luis Enrique ya está tomando medidas contra lo que podrían ser distracciones peligrosas. Nada puede hacer ya por la salud de Mathieu, su primer recambio para el centro de la defensa y el lateral zurdo, porque el francés se perderá lo que queda de temporada por la lesión de rodilla que sufrió con su selección, pero todavía tiene en su mano enfocar la cabeza de sus jugadores hacia lo realmente importante: una victoria colectiva que acercaría al Barça al título de Liga, que reforzaría su ánimo de cara a los cuartos de final de la Liga de Campeones contra el Atlético y que serviría del mejor homenaje posible a Johan Cruyff.

Lo contrario supondría dar vida a los rivales en las dos competiciones y estropearía cualquier acto preparado en recuerdo del ex jugador y ex entrenador fallecido la pasada semana. Andrés Iniesta reveló en rueda de prensa el miércoles que los jugadores están planeando un tributo del vestuario azulgrana al mito holandés al margen de los actos oficiales organizados por el club: mosaico con 90.000 cartulinas para que se pueda leer el ‘Gracias Johan’ en las gradas del Camp Nou, camisetas especiales con el mismo mensaje en el pecho, el minuto de silencio. Parece descartado que se trate de parar el partido en el minuto 14 pese al clamor popular que lo reclama porque, a diferencia de otros escenarios en los que se ha hecho en los últimos días, esta vez es un encuentro oficial. Pero, pese a las buenas intenciones de los jugadores en un momento tan emotivo en la historia del club y a la lógica emocional de una situación así, es evidente que el Barça-Madrid no acapara toda su atención.

También hay que contar con la nunca deseada ansiedad que producen los registros individuales. El mejor ejemplo es Luis Suárez, que desde que compite por el Pichichi y la Bota de Oro ha bajado su producción realizadora como lo que ocurría a Samuel Eto’o en su etapa en el club. Además, con su gol de penalti contra Bolivia, Messi suma 499 entre el Barça y la selección argentina. Todo el mundo espera que el 500 llegue ante el Madrid. Y aunque cada vez sea más solidario y ya haya comentado que «lo que importa es la victoria», seguro que en su interior aspira a vivir ese momento mágico en un día tan especial. También aspira el Barça a encadenar su partido 40 sin perder, una cifra que debe caer por la inercia competitiva, no porque se busque expresamente. A Luis Enrique también le toca sacar calculadora y pensar si vale la pena asumir algún riesgo o dar la prioridad al partido de Champions.

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