Encendidos para la Copa Asobal

sergio c. anuncibay | león

Al Abanca Ademar no hay quien le tosa esta temporada cuando juega abrigado por su afición. Ningún rival de la Liga ha conseguido hasta ahora doblegar el ímpetu de los leoneses, que en esta competición cierran la primera vuelta imbatidos como locales. En el Palacio sólo han acusado una derrota esta temporada, contra el Kolding en la ya olvidada Copa EHF.

El Villa de Aranda fue ayer la última víctima del equipo entrenado por Guijosa, que castigó la osadía del bloque castellano (33-26). Álvaro Senovilla sorprendió de inicio con una propuesta agresiva en ataque. Prescindió del portero durante todas las transiciones ofensivas para jugar con dos pivotes incrustados en el centro de la defensa del Ademar, pero en el pecado llevaron la penitencia. Tanto es así, que cuando el conjunto leonés ajustó el 6-0 y empezó a robar balones, respaldado por la portería, dejó en evidencia el atrevimiento de un rival que siempre estuvo a merced de los locales, a pesar de que en la segunda parte dispuso de varias tentativas para ponerse a sólo tres goles de distancia.

De ahí no pasó. En parte porque el Abanca Ademar mantuvo durante prácticamente todo el partido esa intensidad que agota a sus contrincantes. Querían llega encendidos a la Copa Asobal del próximo fin de semana, que les medirá en semifinales al Granollers. Y a tope son imparables.

Eléctricos, como siempre, los jugadores maristas entraron al parqué con una marcha más que los burgaleses. Juanín García fue ese estilete que perfora defensas, hasta acabar con nueve goles como el máximo artillero del encuentro. Estuvo escoltado en el primer acto por la contundencia de Vieyra y Costoya, capaces de encontrar resquicios en el 6-0 contrario cuando el estático nubla las ideas.

No hubo ni relajación ni exceso de confianza. Firmaron un compromiso muy serio, desde el arranque, aunque las ventajas resultaron exiguas al comienzo porque Raúl Nantes sujetó a los suyos con un recital de lanzamientos que evitó una brecha más abultada en el marcador. El brasileño llevaba cuatro dianas en los primeros trece minutos, aunque enfrente Juanín contestaba de manera infalible a cada tanto de los de Aranda.

En el último tramo de la primera media hora, el Abanca Ademar cogió algo de aire para enfilar el túnel de vestuarios con una renta de cinco goles (17-12), precipitada también por el buen trabajo defensivo del equipo y la aportación de Cupara, que tras el descanso dejó su sitio a Biosca.

No empezó con buen pie el portero catalán, al que le costaba tocar balones y acabó muy frustrado en el banquillo. Mientras, los leoneses mantenían a raya al Aranda, que seguía firme, sujetado por las apariciones en seis metros de Moscariello, los disparos de Moyano y las incursiones desde el extremo de Ortega.

Aún así, sólo pudieron apretar el resultado hasta el 24-20 o el 26-22 que lograron pasado el ecuador de la segunda parte. A los leoneses no les tembló el pulso y al compás de Simonet pudieron deshacerse de un rival valiente, incluso correoso, pero netamente inferior al Ademar cuando éste ofrece su mejor versión.

Además, Biosca se reivindicó en la segunda oportunidad que tuvo. Encadenó varias paradas de mérito e, incluso, acabó el partido con dos goles en su bagaje particular. Aprovechó la ausencia de portero en el arco rival y desde su meta convirtió un par de lanzamientos para poner el 33-26 final. A partir de ahora, prepararán bien la semifinal del sábado ante Granollers para alumbrar el sueño de ganarle un título al Barcelona, con permiso de Naturhouse.