Armstrong elige amistades y selecciona víctimas

Fue una etapa rompepiernas, con una cierta peligrosidad, y ha servido para que la realidad del Tour de Francia comience a manifestarse en toda su crudeza. Uno de los nombres que sonaban para poder hacer frente a Lance Armstrong, de una forma relativa, eso sí, el francés Christophe Moreau se ha dejado gran parte de sus posibilidades, por no decir que todas, de meterse en el podio, suponiendo que dentro de unos días pueda seguir en carrera, en Luxemburgo. Ha comenzado el baile en todos sus sentidos. El baile de las caídas, que es muy peligroso y ha perjudicado, sobre todo, a Moreau. Armstrong utilizó al CSC, al Rabobank, consiguió que Once-Eroski trabajase al quedarse cortado y perdió el maillot amarillo por cuatro segundos. Tampoco le ha importado mucho. En 199,5 kilómetros, Lance Armstrong ha conseguido algo más importante que vestirse de líder y situarse entre los mejores de la general: ha metido el miedo a sus rivales en el cuerpo que ha tenido la oportunidad de ver al americano y a su equipo. Ahora ya sabe todo el mundo a qué atenerse. Los que colaboren, directa o indirectamente con Armstrong, tendrán capacidad de movimiento y quienes tengan aspiraciones propias deberán de esperar. El Tour ya tiene víctimas.