Diario de León

LIGA DE CAMPEONES

El Genk desprestigia la «Champions»

En la web del Genk se podía leer estos días: «Misión imposible». Se refería a una victoria ante el Real Madrid. Qué razón tenía el autor de la frase. A la par que buen conocedor de la debilidad de su equipo. El campeón belga sa

El Real Madrid no sufrió problemas para ganar al Genk belga ayer en el estadio Santiago Bernabéu

El Real Madrid no sufrió problemas para ganar al Genk belga ayer en el estadio Santiago Bernabéu

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Enrique Paradinas - MADRID.
León

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La inocencia, la endeblez y el respeto al campeón de Europa les costó muy caro al Genk. Ronaldo se perdió la fiesta sobre el campo. Zidane, también. El conjunto de Del Bosque reúne tantas estrellas que no les necesitaba ayer. Y eso que el Real Madrid jugó los primeros 44 minutos del primer tiempo de forma lastimosa. Pero en el último hizo lo que fue incapaz de fabricar en todo el tiempo anterior, marcar dos goles, que si en otros encuentros se pueden llamar psicológicos en éste fueron definitivos. El modesto e invisible equipo belga no tenía cualidades para enderezar el partido, que hasta ese minuto fatídico para ellos transcurrió plácidamente. El primer periodo del Real Madrid, a pesar de la ventaja con la que se fue al vestuario, fue inconcebible en un equipo de su categoría. Jugó con parsimonia, relajado, con una mezcla de suficiencia y confianza que llegó a impacientar a sus seguidores. Le faltó tensión, velocidad y ambición. Andando no se gana ni a este débil rival. Salvo que la fortuna te acompañe, como ocurrió al Real Madrid con el primer gol, un disparo de Guti que iba fuera y que Zokora desvió al fondo de su portería. Instantes después Michel Salgado aprovechó un barullo en el área belga para marcar con la izquierda. De nuevo la pegada del Madrid se puso en claro. Porque con el juego anodino e insípido que desarrolló en la primera mitad apenas creó ocasiones de gol. Un disparo de Figo, otro de Celades y algún barullo en las cercanías de Moons fue todo el peligro que llevó. Y eso que el Genk parecía una hermanita de la caridad, embelesado ante el rival y el ambiente, sin una patada, sin un mal gesto, sin agobiar, que se replegaba con orden pero nada más. Todo tan era placentero para el conjunto de Del Bosque que se durmió y a punto estuvo de dormir al Beranbéu. Le faltó chispa, alguien que incendiara el encuentro, que tocara a rebato. Sin eso, el dominio blanco y el juego unidireccional no servía de nada. Pero aún así, este Madrid es matador. Si el Real Madrid jugó con tranquilidad en el primer periodo es fácil de imaginar cómo jugó en el segundo con el resultado a favor y ante un rival entregado. Sobre todo cuando Figo marcó de penalti el tercero, tras falta cometida a Helguera. Sin despeinarse comenzó la habitual exhibición madridista en estos casos: paredes, taconazos, dejadas. Zokora, que ayer estaba dispuesto a echar una mano al Real Madrid, perdió un balón ante Guti que supuso el cuarto tanto de los locales. Pero la mayor ovación del Bernabéu se la llevó Morientes cuando salió a sustituir a Cambiasso. Llegó luego el quinto, obra de Celades. Y el sexto, de Raúl. Y muchas más ocasiones que se fallaron Raúl, goleador de la Champions Raúl González, máximo goleador en la historia de la Liga de Campeones, que firmó ayer el sexto tanto del Real Madrid ante el Genk (6-0), ha marcado en los cuatro últimos partidos del equipo blanco en la máxima competición continental de clubes. El delantero madrileño comenzó esta edición de la Liga de Campeones con otro tanto frente el Roma en la capital italiana (0-3) y esta noche completó la goleada blanca ante el equipo belga en el minuto 76 de partido.

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