Ecuador, capital: Madrid

Todos pidieron el día libre o prometieron a sus jefes recuperar la jornada en otra fecha. Empleados, albañiles, agricultores, comerciales, jardineros, empleadas de hogar, futuros militares. El universo ecuatoriano, emigrantes que cruzan el charco para mejorar sus economías y que se ganan el jornal honestamente en España convirtieron las calles de Madrid en un barrio de Quito. «Esto no es el Vicente Calderón, es el Atahualpa», -el estadio favorito de su país- comentaba a la entrada un grupo de jóvenes, orgullosos de ver las gradas con su Tricolor, la bandera amarilla, azul y roja que engalanaba los asientos del Manzanares. Los ecuatorianos acudieron en familia al campo. Con neveras, con bocadillos, con banderas, gorras y todo tipo de artilugios impregnados de sus colores. Al grito de «Sí, se puede, sí se puede», los 25.000 ecuatorianos, cantaron su canto de guerra, un estímulo que sirve a los chicos del Bolillo Gómez para no esconderse y afrontar con valentía la gesta de ganar en Madrid.