León se abanica con los diplomas olímpicos de sus representantes

No ha sido precisamente el agosto que se clausura mañana uno de los meses de verano más calurosos que se recuerdan en la provincia leonesa. Tan sólo bochorno de cielos clausurados y agua con destino a la meseta; inversión de los pronósticos y chaqueta larga antes del paseo nocturno. Mal estío para vacacionar. En cambio, algo más productivo para quienes cambiaron Bernesga por Egeo, toalla por pantalón deportivo y siesta por esfuerzo; bajo la bandera rojigualda de la delegación española. Recompensa: seis diplomas olímpicos para paliar la calorina griega de los representantes leoneses en los Juegos Olímpicos de Atenas, donde sí que hacían falta los abanicos. Juanín García, en balonmano; Óscar Yebra y Mario Pesquera, en baloncesto; Soraya García, en balonmano femenino; Carolina Rodríguez, en gimnasia rítmica; y Manuel Martínez, en lanzamiento de peso. Precisamente fue el lanzador leonés, plusmarquista nacional y capitán del equipo de atletismo, el primero en cerrar el cajón de las posibles medallas para los leoneses. Ni la sensación de participar en Olimpia, ni la esperanza abierta con la distancia de su primer lanzamiento sirvieron al discípulo de Carlos Burón para colgarse metal del cuello. Por contra, al lazo, en su llegada al aeropuerto de La Virgen del Camino, le ataron chocolate sus paisanos como recuerdo del cuarto puesto. Las esperanzas comenzaban; pero a terminar. A la gente leonesa le empezó a dar entonces por madrugar. La tele avisaba de las citas del baloncesto y algunos, melancólicos de Los Ángeles, incubaron la ilusión de las ramas de olivo en las cabezas de Mario Pesquera, recién estrenado seleccionador, y de Óscar Yebra. Pero todo acabó ante el Imperio, en cuartos de final. En la estela de la supuesta fortaleza de los españoles en los deportes de equipo se subió Juanín García para correr en busca de un peldaño del podio de balonmano. Alemania cerró la puerta en la misma estación que se le apagó la luz al baloncesto. Las chicas, que partían con menos números en las quinielas, terminaron por firmar un sexto puesto, el mejor en su historia, apoyadas en la gran actuación de la leonesa Soraya García. El penúltimo día de las olimpiadas se encendió el último fósforo leonés. Tras el descalabro de Sídney, la selección española de gimnasia rítmica consiguió meterse en la final y terminar octava como primer paso para volver a la senda, agarrada a la cinta de Carolina Rodríguez. Hay cola para enmarcar diplomas. Y cuatro años para hacer estanterías que llenar en Pekín.