El Barça pierde a 4 días del partido con un Real Madrid reforzado (1-0)

El Chelsea tuvo suficiente con un solitario tanto de Drogba al inicio de la segunda mitad para derrotar a un Barça desconocido en una nueva jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones. Los azulgrana, mejores en la primera mitad, se derrumbaron tras el tanto del delantero de Costa de Marfil ofreciendo un recital de desaciertos y una acusada falta de fuelle en un enfrentamiento que se repetía por tercer año consecutivo. La derrota se produce a sólo cuatro días del clásico contra el Real Madrid, reforzado tras su triunfo en Bucarest ante el Steaua. Pasan las temporadas. Repiten los teatros. Casi los mismos actores. Algunos detalles varían pero la esencia permanece invariable. Unos optan por el juego preciosista. Otros prefieren el ataque directo. Barça y Chelsea. Rikaard y Mourinho. Dos estilos contrapuestos que tampoco se estrecharon ayer. Al Barça le costó veinte minutos corroborar su apuesta por el esféricos. Esos primeros instantes se los tomó con excesiva parsimonia. Dejando que el Chelsea cogiera la iniciativa. Una falta de control que casi le cuesta un disgusto pero entre Zambrotta y Márquez salvaron el disparo de Drogba y el posterior intento de remate a puerta vacía de Shevchenko. Rijkaard se desgañitaba desde el banquillo. Las entradas de Essien provocaban el desconcierto del mediocampo azulgrana. El técnico holandés corregía las posiciones. Solventados esos pequeños detalles tácticos, los azulgrana asumieron el ritmo. Xavi se erigió en el cerebro. Su puesta en escena le dio el balón a su equipo para disfrute de Messi. El argentino, al que Stamford Bridge le recordó su pique con Del Horno, encadenó varias acciones de peligro en la primera mitad. Un par de remates, uno bien despejado por el debutante Hilario, acallaron a los aficionados ingleses que contemplaban satisfechos al sustituto de los lesionados Cech y Cuddicini. El Chelsea ya se había metido en su papel. Garra, fuerza física y juego aéreo. A Mourinho le falta engrasar el obligado cambio de sistema tras los fichajes de Ballack y de Shevchenko. Del 4-3-3 al 4-4-2. Una variante que flojea por la falta de adaptación de los recién llegados. Ese déficit limitaba su peligro a su excelente juego aéreo. Pero todo cambió en un suspiro. Un instante adornado por Drogba. Una derrota que le complica la vida. Le aparta casi de forma definitiva de la primera plaza y además le obliga a no fallar en el Camp Nou.