Diario de León

El Instituto de Estudios Fiscales asegura que el 64% no informaría a Hacienda si descubriera un engaño | Análisis | Un año de éxito bursátil |

Sólo uno de cada cinco españoles alertaría de un caso de fraude Los operadores de móvil ingresaron 1.376 millones con los mensajes SMS Google da otro «pelotazo»

Un 68% cree que los empresarios defraudan asiduamente a la Agencia Tributaria En su primer aniversario

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M. J. Alegre Óscar Santamaría - europa press | madrid madrid corresponsal | nueva york

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Sólo uno de cada cinco españoles alertaría a la Agencia Tributaria en el caso de que tuviera conocimiento de que personas de su entorno estuvieran cometiendo un importante fraude fiscal, según señala el estudio Opiniones y Actitudes fiscales de los españoles en el 2004, publicado por el Instituto de Estudios Fiscales (IEF). El informe destaca asimismo que una amplia mayoría de la población, el 64%, no informaría a Hacienda si descubriera un engaño fiscal. Esta postura está tan consolidada entre la ciudadanía que la existencia de un premio por alertar a la Agencia Tributaria no supondría incentivo alguno para el 73% de la población, sino que reafirma a los encuestados en su rechazo a avisar a las autoridades. Tan sólo el 18% de los españoles estaría dispuesto a firmar un acuerdo con Hacienda para colaborar en la lucha contra el fraude en su sector, posibilidad que rechazan el 58% de los encuestados. A pesar de estos datos, el estudio del IEF señala que sí existe en la sociedad española un cierto grado de compromiso personal para atajar el fraude, pero que el cumplimiento con Hacienda se prefiere mantener en el ámbito de las decisiones «estrictamente individuales». Así, tres cuartas partes de los entrevistados aseguran que no contratarían servicios con una empresa o un profesional que figurara en una lista de defraudadores. Sin control A la hora de buscar el origen del fraude, los españoles consideran que la impunidad de los grandes defraudadores, la falta de honradez y conciencia cívica de los contribuyentes y la presión fiscal excesiva son las principales causas por las que persiste el engaño fiscal en España. Los españoles manifiestan su convencimiento de que existen colectivos que defraudan habitual y sistemáticamente a Hacienda, aquellos cuyas actividades económicas, al no estar sometidas a retención, están menos controladas por la Administración. En concreto, un 68% de los encuestados opina que los empresarios defraudan asiduamente a Hacienda; un 33% cree que lo hacen los profesionales liberales y un 30% los autónomos, mientras que sólo un 2% considera que los asalariados defraudan con cierta frecuencia. Acerca de qué tipos de fraude son más criticados por los españoles y cuáles son más tolerados, el informe del IEF precisa que la economía sumergida ocupa un lugar preeminente como el tipo de engaño más pernicioso para la sociedad. No ingresar en Hacienda las retenciones de los asalariados es otro de los comportamientos que se sitúan en un nivel intermedio de rechazo. Las operadoras de móvil españolas ingresaron 1.376 millones de euros el año pasado por canalizar 12.800 millones de mensajes cortos, lo que supone un significativo aumento interanual del 9% frente a los 11.740 millones del 2003, pero un ritmo de crecimiento algo más reducido que el de ejercicios anteriores. La factura promedio por cliente de este servicio fue el pasado año de 36,28 euros y experimentó un aumento anual de 2,13 euros. El negocio de los SMS, que sorprendió a las compañías por su espectacular arranque, empieza a presentar signos de madurez, tanto por las tasas de incremento como por los segmentos de usuarios. Si la facturación por mensajes cortos representó el 13,7% del total de los ingresos por servicios que obtuvieron las operadoras en el 2003, ese porcentaje se redujo al 13,4% el pasado año. Las nuevas ofertas de envío de datos (GPRS, 3G) empiezan a tomar, lentamente, el relevo. La memoria que en julio de cada año presenta la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) revela que, por ahora, ese tráfico de mensajes multimedia -envío de fotos, vídeos, etc...-, apenas se ha hecho un mínimo hueco en el mercado. Y, lo que sorprende más, también apunta un considerable retroceso en los servicios de valor añadido sobre mensajes cortos, aquellos que dan acceso a una oferta personalizada. Google, el buscador de Internet más popular del planeta, ha vuelto a sorprender a Wall Street. Y para ello eligió el primer aniversario de su debut en Bolsa, donde sus acciones han triplicado su precio hasta convertirse en una de las colocaciones más exitosas en años. El pasado jueves, un día antes de su primer cumpleaños en Bolsa, anunció que ponía a la venta 14.160 millones de acciones que, al precio de cierre del miércoles (285,10 dólares), supondría una inyección en metálico de poco más de 4.000 millones de dólares, que se suman a los 3.000 millones que tiene actualmente en caja. Lo que la compañía con sede en Mountain View (California) planea hacer con ese dinero nadie lo sabe. Las especulaciones señalan que podría usarlo para expandir su negocio en la Red o invertir en Asia en el negocio de la telefonía por Internet. Fiel a su particular política de dar poca información sobre su salud financiera y escasas pistas sobre su estrategia, lo que irrita a más de uno en Wall Street, la compañía remitió un comunicado a la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) explicando su decisión de colocar más papel en el mercado. En él señalaba que podría emplear el dinero obtenido para «propósitos generales, como gastos de capital», dejando abierta la posibilidad de destinarlo a «posibles adquisiciones de negocios complementarios». Los rumores comenzaron entonces a circular. «La compañía quiere generar dinero para hacer algo. ¿Qué es lo que quiere? No está claro», señalaba Scott Kessler, analista de Standard and Poor¿s, quien recordó la larga experiencia de Google en saber despistar al mercado.

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