Diario de León

ACCIDENTE AÉREO EN ALEMANIA

Unas vacaciones marcadas por un malévolo destino

Vila-seca los esperaba con los brazos abiertos. La localidad, próxima a Tarragona, es un destino habitual de multitud de turistas rusos que, año tras año, se desplazan a la Costa Dorada. Los niños que fallecieron en e

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Sergio Olego - TARRAGONA.
León

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Los pequeños esperaban disfrutar de una quincena de días de vacaciones en un emplazamiento de lujo. Un hotel de cuatro estrellas que dispone de unas extensas instalaciones deportivas y de varias piscinas para disfrute de los más pequeños. No tenían nada planeado. Únicamente sabían que visitarían Universal Mediterránea, el nuevo nombre que recibe Port Aventura al que se le ha añadido este año el complejo acuático Costa Caribe. El resto de las vacaciones estaba por decidir. Quizá alguna visita a Barcelona, recorrer la ciudad de Tarragona... El viaje lo había contratado el touroperador ruso Solmar, que a su vez, se había puesto en contacto con la agencia Tropikal Tours, que tiene su sede en Calella pero también dispone de una agencia en Salou. Era un viaje poco habitual. Es normal que a esa zona se dirijan turistas rusos, pero no lo es que viajen niños solos. Eran un grupo de 43 escolares procedentes de la república rusa de Bashkiria, en los Urales, acompañados por siete monitores. Los niños, con edades comprendidas entre 8 y 16 años, eran, en su mayoría, hijos de altos cargos de la administración. Su primer plan de viaje les hacía aterrizar en Barcelona el pasado sábado; sin embargo, su destino estaba sellado. El retraso El día previsto inicialmente para su llegada, la guía y el conductor de la agencia de viajes les esperaban para recogerlos y transportarlos en autocar hacia el hotel. Aquella jornada, ambos tuvieron que abandonar el aeropuerto de El Prat sin hacer su trabajo. Les habían llamado de Moscú advirtiéndoles de que el grupo había perdido el vuelo al equivocarse de aeropuerto y perder el enlace. Era el primer traspiés en un viaje sin regreso. Tras perder el avión, se puso otro aparato a disposición del grupo, un Tupólev 154 de triste recuerdo. En él ya no subieron cinco personas de la expedición que debían llegar a Vila-seca por problemas con el visado español. Una mala suerte inicial que aparece como el mejor de los destinos para aquellos que únicamente lamentaban no poder disfrutar de sus vacaciones en España. El Tupólev 154 tenía prevista su llegada a Barcelona alrededor de la una y media. Allí volvían a estar la guía turística y el conductor del autocar para transportarles al Hotel Estival Park. Esta vez la espera se hizo más angustiosa. En el hotel los esperaban hacia las tres de la madrugada con una cena fría. El avión no aterrizaba y las primeras noticias avisaban del trágico desenlace. El aparato había sufrido una colisión y el grupo con 43 niños y 7 adultos nunca llegaría. Las primeras muestras de dolor y consternación no se hicieron esperar. La Generalitat de Catalunya, el ayuntamiento de Vila-seca y el Patronato de Turismo de Tarragona lamentaron el siniestro y dieron el pésame a las familias de los niños fallecidos en el trágico accidente. No obstante, las reacciones de tristeza no llegaron, en un primer momento, al hotel que albergaría a los niños. Guías turísticos rusos se disponían a acompañar a varios grupos que regresaban a su país y que querían que sus compatriotas no se vieran acuciados por el pánico de coger un avión. Era un momento de máxima tensión.

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