Diario de León

Los que quedan fuera del foco

Miles de afganos esperan en los campamentos noticias de cientos todavía bajo las ruinas

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En el campamento de Ansari en la ciudad de Herat, en el oeste de Afganistán, cientos de los supervivientes de los terremotos del pasado sábado que mataron a más de 2.400 personas, esperan en los descampados por noticias de su pueblo, donde todavía un número incierto sigue bajo las ruinas.

Unas 124 familias están siendo atendidas en el campo de Ansari, en Herat, a unos kilómetros de Zindah Jan, la zona cero de uno de los peores seísmos que ha vivido el país y que se cobró la vida de miles de personas.

El Gobierno de facto de los talibanes calcula que unos 4.500 murieron o están heridos por el terremoto. «Es difícil señalar el número exacto de muertos y heridos», dijo el portavoz del Ministerio de Gestión de Desastres del Gobierno de los talibanes, el mulá Janan Sayeq, sin certeza del total de fallecidos, que hasta el último balance superaban los 2.400. «Aún hay mucha gente bajo los escombros y nuestra prioridad es sacarlos del polvo», aseguró el portavoz.

La mayoría de los asentados que esperan en las tiendas de campaña de fino plástico, que cubre la gravilla del suelo, son mujeres y niños que han perdido su techo y su familia, mientras los hombres están en las zonas devastadas escarbando con las manos en busca de más cuerpos. El suelo ha seguido temblando. Ayer los habitantes sintieron por lo menos otros tres sismos, mientras los que no han perdido sus casas prefieren dormir en descampados.

Huérfanos tras la catástrofe

«Estábamos atrapados bajo el suelo, mis dos hermanos y mi sobrino han muerto», dijo Sabira, una niña de 10 años, cuyo padre se encuentra en el vecino Irán, donde emigró en busca de una mejor vida para su familia. Sentada sobre arena y grava, Aziza, una niña de 11 años, llora la pérdida de sus dos hermanos y su hermana. La familia vivía en Mohammad Rafi, un pueblo del distrito de Zindah Jan, epicentro del seísmo, que quedó completamente destruido tras los temblores del pasado sábado. Bughoor, una mujer de entre 70 y 80 años, y sus tres nietos, son los únicos supervivientes de su familia. Los padres de las dos niñas y el niño que ahora quedan a su cargo perdieron la vida en el terremoto. La mujer, sentada frente a la tienda junto a los únicos miembros de su familia vivos, todavía es incapaz de asumir lo ocurrido y está preocupada por el futuro de sus vidas. «Mi hijo, su esposa y yo estábamos hablando cuando escuchamos un sonido terrible» y el techo de su casa cayó, dijo Bughoor. Cuando fueron rescatados de entre los escombros, horas después de los temblores, «todas las casas y pueblos quedaron sepultados» y su hijo y su esposa estaban muertos.

Shireendil, de 75 años, quedará a cargo de sus cinco nietos supervivientes del terremoto tras perder a 24 miembros de su familia. «De repente escuché un sonido y luego vi tierra aplastada» que resultó ser las casas en las que vivían su familia y vecinos, reducidas a escombros, relató Shireendil.

En su casa vivían más de 30 miembros en el distrito de Zindah Jan, duramente golpeado por el terremoto. Desconsolada, con un pequeño trozo de papel, Shireendil recorrió los campos de refugiados en busca de ayuda para sus nietos. «Estos niños se quedaron solos, sin cuidador, perdieron a su padre, a su madre (...) mi familia, mis parientes han muerto», dijo. Al campo Ansari se desplazaron organizaciones humanitarias para reformar la atención a las víctimas, pero los talibanes son quienes controlan las entradas y salidas de la zona...

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