Diario de León
Publicado por
ENRIQUE VÁZQUEZ
León

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POR FIN, fiel a su estilo de no precipitarse ni tomar decisiones bajo presiones reales o aparentes, Kofi Annan ha anunciado que enviará una misión a Irak para estudiar la factibilidad de elecciones directas para un parlamento provisional antes del 30 de junio, como pide la mayoría chií, que condiciona todo el juego político. El anuncio es un modelo de tacaña sobriedad y sigue sin fijar una fecha para el viaje, que él decidirá cuando llegue a la convicción de que la Coalición provisional puede garantizar la seguridad de la misión. Se supone, en realidad, que a estas horas el secretario general de la ONU debe saber ya algo al respecto pues desde el viernes están en Bagdad dos especialistas enviados por él al efecto. En la práctica se ha producido incluso confusión porque de Kofi Annan se esperan cosas concomitantes, pero distintas: a) Que vuelva una misión permanente con un peso pesado al frente (Lajdar Brahimi, según el gusto norteamericano) para sustituir a la que se fue tras el atentado de agosto y la muerte de Vieira de Mello. b) Un equipo político-electoral que, de hecho, va a arbitrar con su informe la divergencia entre la Coalición (Washington) y el liderazgo político-religioso chií (ayatolá Ali al Husseini al-Sistani). Esa inquietante condición oficiosa de árbitro y avalista ha sido reconocida por el gran ayatolá, quien pidió a Annan que desbloquee la situación y se dijo listo para aceptar el dictamen sobre elecciones, cualquiera que fuese. Ahora bien, en los últimos días al-Sistani precisó que si las Naciones Unidas -lo que es más que probable- confirman la dificultad insuperable de celebrar elecciones directas con rapidez por razones técnicas, seguirá sin aceptar la designación como método y expresará su disgusto con manifestaciones y otros medios democráticos aceptables. La tentación de Annan -técnicamente un instrumento y en la práctica un juez- es segura. Quiere encontrar un término medio capaz de dar satisfacción a los chiíes y salvar lo único que Washington tiene por innegociable: la fecha del 31 de junio para la restitución formal de la soberanía y el fin del régimen de ocupación , un pilar del calendario electoral de George Bush. Hay que añadir, además, que las minorías kurda y sunní (no insurgente) prefieren el calendario acordado ya y dejar la elección directa para más adelante y el final del proceso, las legislativas que darán el definitivo gobierno democrático, para finales de 2005. Según lo previsto.

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