Suha Arafat; De ausente a omnipresente

Hija de una acomodada familia de banqueros, Suha Arafat, de 41 años, se casó en secreto con el líder palestino en 1990 y cinco años después tuvieron a su única hija, Zahwa. La esposada nunca fue muy querida por el pueblo palestino y, al poco de estallar la segunda intifada, en septiembre del 2000, cuando Arafat fue obligado a sobrevivir en la Mukata, ella eligió vivir en un lujoso barrio de París. La prensa palestina le llama «Señora dinero» (¿origen o comportamiento?). El Banco de Francia se alarmó por los ingresos en sus cuentas de unos once millones de euros procedentes de Suiza, entre julio del 2002 y el 2003. La Fiscalía de París pidió que se investigase un posible blanqueo de dinero. Ahora la prensa israelí asegura que quiere apropiarse de la fortuna secreta de su marido, unos 1.000 millones de dólares. Expertos del FMI, del Banco Mundial y de la UE se preguntan cómo Arafat, de cuna humilde, pudo convertirse en uno de los políticos más acaudalados del planeta. Los israelíes lo acusan de financiar el terrorismo con fondos de ayudas extranjeras. Otros, como Schlomo Dorm, de la Universidad de Tel Aviv, apunta que en todo esto «hay algo de verdad, y sin duda, muchas leyendas». Desde los territorios palestinos tam-bién critican a la esposa ausente, más familiarizada con los modistos que con los mercados de Gaza o Cisjordania, de volver a Ramala el 29 de octubre para trasladar a Arafat a morir a Francia desde la Mukata, donde seguramente prefería fallecer. Y deploran que el rais no cubriese su cabeza con el emblema del nacionalismo palestino, la kefia, y lo hiciera con un ridículo gorro. Ahora la esposa omnipresente controla el acceso a su marido y toda información que se vierte sobre él. Ni siquiera se sabe qué enfermedad tiene.