Las dos caras de Blair

Un gran líder o un incompetente. La figura de Tony Blair aparece estos días desdibujada entre los que consideran que la gestión de la crisis provocada por los atentados del jueves han permitido al primer ministro británico exhibir su madera de líder y los que creen que el ataque tiene algo que ver con la «incompetencia» del líder laborista. Entre los segundos, se situaron ayer los editorialistas de algunos de los principales periódicos del Reino Unido, con el Times a la cabeza, que atribuye parte de la responsabilidad del atentado al Gobierno. «El Ejecutivo de Blair -sostiene el rotativo- ha sido incompetente durante los últimos años con la inmigración, que ha permitido la entrada de radicales en la capital» y provocado que Londres se convierta en «Londristán». En el otro extremo se sitúan los que consideran que Blair ha sabido afrontar la situación creada por los ataques y ha dado muestras no sólo de su brillantez retórica, sino también de su talla de gobernante. Rápido de reflejos, Blair, que el día de las explosiones presidía en Escocia la reunión del G-8, optó por no suspender la cumbre. Y cuando, flanqueado por los otros jefes de gobierno, denunció con brillante retórica el terrorismo, sus acompañantes irrumpieron en un aplauso espontáneo. El «perro faldero» de Bush se había convertido de pronto en la conciencia del mundo. Cuando la euforia por la victoria de Londres en Singapur se convirtió en dolor, Blair mostró su capacidad de crecerse en la adversidad. «Tratan de cambiar nuestro modo de vida, pero no lo conseguirán. Intentan debi-litar nuestra determinación, no nos dividirán», afirmó Blair en un tono que recuerdó a Winston Churchill. ¿Se atreverá ahora el ministro de Finanzas, Gordon Brown, a pedirle que le pase el testigo antes de que concluya la legislatura? Muchos lo dudan. Pero en la brillantez de Blair hay sombras.