Diario de León

ANÁLISIS

Una dictadura movida por Putin

Publicado por
RAFAEL M. MAÑUECO
León

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LAS ELECCIONES presidenciales que ayer se celebraron en Bielorrusia, el país más aislado de Europa, han despertado gran expectación por que, tras las revoluciones de terciopelo en Georgia y Ucrania, constituyen un nuevo pulso entre Moscú y Occidente. EE.UU. y la Unión Europea quisieran que en Bielorrusia se impusiera un sistema democrático mientras Rusia prefiere a alguien manejable, aunque sea un déspota. Todo indica que el presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, a quien Washington considera el último dictador de Europa, se saldrá con la suya. La oposición, sin embargo, en franca inferioridad y mermada por las últimas detenciones, no pierde la esperanza y confía en poder movilizar a la población si el fraude electoral se demuestra masivo. Lukashenko, favorito de los únicos sondeos que pueden realizarse en su país sin peligro de acabar en la cárcel, puede presentarse a los actuales comicios gracias a un referéndum que se celebró en octubre de 2004 en medio de las irregularidades más atroces. Pese a la resistencia que opusieron los parlamentarios, Lukashenko logró, gracias al apoyo de Moscú, el refrendo de la mayoría de la población y del Tribunal Constitucional, que había mantenido hasta el último momento una postura vacilante. Después llevó a cabo una purga en el seno de la Cámara legislativa, acabando con sus detractores. Pero aquella «limpieza» no erradicó completamente a la oposición. Los partidos democráticos continuaron luchando desde la clandestinidad. El autoritario mandatario tuvo que ir mucho más lejos. A partir de 1999, empezaron a producirse misteriosas desapariciones, aún sin esclarecer, de militantes de la oposición. Detenciones, palizas e intimidación a los medios de comunicación fueron los métodos utilizados.

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