La presión del Kremlin en Georgia tomar tintes de limpieza étnica La ONU urge a Corea del Norte a desistir de su prueba nuclear Más de 60.000 húngaros piden la dimisión del primer ministro

En su afán de dar una lección inolvidable a los georgianos, los rusos están empezando a aplicar métodos que lindan la limpieza étnica. Los primeros 143 ciudadanos de Georgia, supuestos ilegales, fueron ayer deportados mientras otros 400 lo serán en los próximos días. En su desaforada búsqueda de sin papeles, la Policía de Moscú se propone incluso hacer redadas de niños georgianos en escuelas con el fin de capturar a los padres. El acoso afecta también a renombrados artistas e intelectuales que residen desde años en Rusia. La dura intervención del Vladimir Putin, el jueves ante las pantallas de todos las televisiones rusas, exigiendo al Gobierno que adopte medidas enérgicas contra los extranje-ros que violan la legislación rusa, ha sido percibida como una consigna general a aplicar con los georgianos. La proclama está teniendo un efecto multiplicador y ha hecho que surjan insólitas ideas como la de exigir a los colegios moscovitas las listas de todos los niños escolarizados con apellidos georgianos. Un portavoz policial afirmó que no se trata de hacer nada malo a los pequeños sino de dar con sus padres para comprobar si se encuentran en Rusia de forma ilegal o han cometido algún delito. Ante la indignación que causó lo sucedido entre los propios moscovitas, horas después, la emisora Eco de Moscú difundía una entrevista con un responsable del Ministerio del Interior negando la existencia de tales instrucciones. Lo que sí se produjo fue la expulsión de la primera remesa de presuntos ilegales, en total 143 georgianos. Todos ellos fueron embarcados en un avión del Ministerio de Protección Civil de Rusia y enviados a Tiflis, la capital georgiana. Después de cuatro días de intensas negociaciones, el Consejo de Seguridad de la ONU advirtió ayer a Corea del Norte de que si prueba la bomba atómica podría enfrentar consecuencias. No obstante, el texto es no vinculante, de menor alcance que una resolución y no menciona expresamente sanciones. | ó.s. Más de 60.000 personas se manifestaron ayer ante el Par-lamento húngaro para pedir la dimisión del primer ministro, Ferenc Gyurcsány, horas des-pués de que fuera ratificado en su puesto, al recibir el respaldo de 207 diputados de la Cámara de 386 escaños en el voto de confianza al que se sometió. Gyurcsány reconoció el 17 de septiembre haber «mentido» sobre su programa de económico, lo que provocó dos semanas de manifestaciones y las peores revueltas en Hungría desde el final del comunismo en 1989. El jefe de la oposición conser-vadora, Víktor Orban, lanzó al Gobierno un ultimátum. | r.m.