Diario de León

José Luis Gómez. empresario del año de la fele 2012

«Nunca he visto el dinero fácil, la empresa tiene que confiar en sus propios recursos»

Trabajo y prudencia para salir adelante, mucho más ante las dificultades. Y respuesta rápida a las exigencias del mercado. Para ver crecer su negocio el Empresario del Año contó siempre con la «raza» emprendedora de su mujer, Victorina; y desde hace dos décadas con el empuje y la juventud de sus hijos. Hoy cree que la base del negocio familiar está «muy consolidada»

José Luis Gómez, ayer en las instalaciones de su empresa en Onzonilla.

José Luis Gómez, ayer en las instalaciones de su empresa en Onzonilla.

León

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José Luis Gómez nació en Porqueros hace 75 años, y pronto se dio cuenta de que su primera vocación, policía armada, no era lo suyo. Dio un golpe de timón a su vida, retomó el espíritu del negocio familiar («una tienda en el pueblo donde había de todo») y se instaló en la entrañable sidrería El Llagar en Julio del Campo. Unos años después dejó el establecimiento a su hermano pequeño y se entregó al negocio de la patata. En esa actividad sigue su empresa, aunque nada es igual que entonces. Por el camino han quedado triunfos y fracasos, como su fallida aventura en Poliplastic, que estuvo a punto de llevarse por delante la empresa de patatas y que le hundió en un desánimo del que salió arrastrado por el empuje de su esposa. Hoy vive el orgullo de ver cómo sus hijos han multiplicado por ocho en una década el volumen de mercancía que mueven (llegarán a las 40.000 toneladas el próximo año); y cómo mantienen su filosofía empresarial: «Los pies en la tierra, hacer las cosas bien, tener un contacto personal con los clientes y proveedores, mantener el control de todo el proceso y, sobre todo, apostar firmemente por la calidad del producto». Jubilado, no hay día en el que no pase por la empresa que tiene La Huerta de Doña Rogelia como marca de referencia.

—El mercado de la patata hoy tiene muy poco que ver con el de hace unos años. ¿Cómo ha dirigido esta evolución?

—Ya en 1995 vimos que la proyección era importante, pero hacía falta un cambio radical del concepto. Desde el 2002 nos hemos posicionado como referente en el sector, y nuestro crecimiento es constante, en torno a un 10% al año. La base es hacer bien las cosas y no caer en excesos que pudieran debilitar la base de la empresa.

—Han sido pioneros en nuevas fórmulas de presentación y cuentan con un avanzado laboratorio. ¿La incorporación de sus hijos ha sido clave para afrontar estos procesos?

—Desde luego, sin ellos todo hubiera acabado hace tiempo. Además desde hace algo más de una década los cambios de producen a una velocidad vertiginosa. Ha sido su juventud y su entusiasmo los que han sabido reaccionar con rapidez a las nuevas exigencias del mercado. Cada día seguimos reuniéndonos los tres y consensuando qué hacer, pero la evolución se debe a ellos. Ha habido dos pilares fundamentales: la investigación a través del laboratorio, en una apuesta clara por conseguir los máximos estándares de calidad hasta extremos que hace 20 años eran impensables; y el controlar hasta el final nuestro proceso a través de una red logística que permite mantener un contacto muy directo con los clientes.

—Su empresa ha vivido un relevo generacional en dos fases, ¿cuál es el secreto de la supervivencia de la empresa familiar?

—Mis dos hijos han mamado la empresa desde pequeños, y pueden mandar porque antes han hecho cada uno de los trabajos. Con mi mujer han hecho de todo, desde tirar de sacos de 50 kilos hasta viajar a Francia para controlar la compra de la mejor materia prima. Pero el verdadero secreto es definir estrictamente cuál es la misión de cada uno en la empresa, y no permitir injerencias externas, sobre todo del resto de la familia. Sé que mi carácter ha sido a veces difícil, pero ellos son ahora hermanos y socios. No sé cómo será el futuro, pero los cimientos hoy son sólidos.

—¿Cuál es la receta para crecer en tiempos de crisis?

—La patata es un alimento de primerísima necesidad, aunque también ha tenido tiempos de menos consumo. Puede parecer que la crisis no le afecta, pero muchas empresas de nuestro sector también han cerrado. No hay más secreto que estar encima de todo el proceso, desde el cultivo a la selección, la producción, la distribución,... Y tener una relación directa con todos los eslabones de esta cadena.

—¿Puede vivir una empresa al margen de la situación de dificultad general?

—Por supuesto la crisis nos afecta, nuestros clientes directos son las grandes distribuidoras, que tienen una competencia feroz. La guerra de ofertas adelgaza nuestros márgenes, hay que hilar muy fino todo el año para que el balance final sea positivo. Pero los problemas de muchas empresas son sus cargas financieras y las amortizaciones. Nosotros siempre hemos sido prudentes, eso nos permite seguir ahora.

—¿Reciben las empresas suficiente apoyo de las administraciones?

—Hoy todo es difícil, porque las empresas no pueden funcionar sin crédito y las dificultades de la banca lo han cortado de repente. Es lamentable ver cómo desaparecen compañías que crecían y generaban empleo porque no han podido soportar esta falta de financiación. La situación se desbordó sobre todo por culpa de la banca, pero muchos se dejaron llevar e invirtieron mucho más de lo que necesitaban. Tampoco puede esperarse todo de las subvenciones. Si vienen, bienvenidas; pero la empresa tiene que gestionar sus propios recursos, saber bien qué hacer en cada momento, no precipitarse ni sobredimensionarse. Yo nunca he visto el dinero fácil.

—¿Cómo se siente creando empleo en un momento en el que la mayoría lo destruye?

—Muy orgulloso, y siempre muy cerca de nuestra plantilla, en la que tenemos familias enteras. Y más orgulloso de crear empleos en una provincia tan castigada como esta.

—¿Qué receta propondría para salir de la crisis?

—Hace años que esto se veía venir, y va a ser largo recuperarse. En su día apostamos por volcarnos en un mercado en el que éramos muy profesionales, y no abordar aventuras, aunque nos las ofrecieron. Seguimos siendo una pequeña empresa familiar, pero sabemos dónde nos movemos. ¿Qué habría que hacer? Por ejemplo controlar la economía sumergida. Si realmente en este país hubiera casi seis millones de parados aquí habría ya una guerra civil.

—¿Cuál es el futuro de Hijos de José Luis Gómez? ¿Han pensado en la diversificación?

—Hemos valorado entrar en el mercado de cuarta gama, pero el consumo de la patata en fresco tiene aún mucho recorrido. Tenemos las ideas muy claras, hay que seguir innovando y mejorando en este campo y fortalecer el músculo financiero de la empresa. Ni siquiera nos fijamos objetivos de crecimiento de ventas, simplemente seguimos nuestra filosofía empresarial y gracias a ella seguimos creciendo.

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