Diario de León
El pintor y escultor leonés José Antonio Santocildes muestra parte de su obra en la Posada del Marqués.

El pintor y escultor leonés José Antonio Santocildes muestra parte de su obra en la Posada del Marqués.

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El edificio que hoy ocupa La Posada del Marqués data del siglo XVII. Fue construido en su día como hospital de peregrinos y palacio abacial del Monasterio Cisterciense de Santa María de Carrizo (siglo XII). El recinto donde se encuentra fue declarado Monumento Nacional en 1974. Estos días, su espacio cobija una monumental exposición de esculturas y pinturas de José Antonio Santocildes, un artista apegado a su tierra y, sobre todo, a sus paisajes naturales.

Para Santocildes la madera forma parte de su vida. Desde que hace ya muchos años resucitara un árbol muerto en la plaza de su pueblo, la magia del artista ha convertido la madera en arte de mil maneras diferentes. Ha creado versos tridimensionales con finísimas tiras robadas de los árboles caídos. Ha inventado una nueva manera de ejercer el grabado presionando y domeñando viejos tablones. Ha recreado crucifijos milenarios convirtiéndolos en monumentales árboles sagrados. Pero a Santocildes le faltaba una gran exposición y ahora lo ha conseguido. Se titula Reflejos.

Desde siempre la gran referencia de este artista multidisciplinar es la naturaleza. «El paisaje y la escultura están situados en el mismo lugar. La escultura se incorpora en el paisaje aprovechando la naturaleza de una forma especial, conecta buscando un lugar en su interior, bien en el reflejo o en la profundidad de la obra, en líneas que cruzan el lienzo o en tiras largas que marcan el contenido del paisaje uniéndose y siendo partícipe de lo real o irreal, pero agradable, encontrándose en un mundo fantástico».

Una de las características básicas en la obra de Santocildes es su continua evolución. «La nueva forma física que adoptan mis esculturas es como una mutación de las líneas pictóricas de mis cuadros, hasta llegar a un perfil que en ningún caso pierde su origen: la naturaleza».

Santocildes, que llegó al límite de la fragilidad con los versos tridimensionales que pudieron verse en el patio del palacio de Don Gutierre, se muestra ahora como un escultor lleno de vigor, como un hombre capaz de enfrentarse a los enormes troncos… y dominarlos. «Las nuevas formas —explica— adoptan apariencias vegetales, que se acomodan en un jardín de renovación, reencarnación y supervivencia, creando un laberinto de instintos esenciales que se adaptan al paso del tiempo y la imitación natural, que encuentra su cuna en la pasión por los entornos naturales y en el uso de la naturaleza como medio de expresión».

marcelino cuevas

leonalsol@diariodeleon.es

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