Diario de León

FERNANDO SIMÖN, DIRECTOR DEL CENTRO DE COORDINACIÓN DE EMERGENCIAS Y ALERTAS SANITARIAS

«Cuando falta información, los medios y los ciudadanos rellenan con imaginación»

Tuvo en sus manos, y salvó con éxito, la responsabilidad de informar sobre el peligro del ébola cuando la población española palideció ante el temor a un contagio que él califica de prácticamente imposible. Y se convirtió en la voz de la cordura. Reconoce que no se valoró suficientemente el miedo y la información se sustituyó por imaginación. «Y ese es el mayor peligro»

Fernando Simón, durante su estancia en la capital leonesa

Fernando Simón, durante su estancia en la capital leonesa

León

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En un mundo globalizado, en el que desde los viajes al consumo de alimentos que se distribuyen por todo el mundo son cuestión de horas, las amenazas de epidemias son el día a día de su equipo. Frente a ellas, la tranquilidad de especialistas altamente cualificados y un sistema de vigilancia, información y reacción cuyo engranaje protege con solvencia a los ciudadanos. Fernando Simón visitó León de la mano de Laboratorios Syva. Médico especialista en epidemiología y director del Centro de Coordinación y Alertas Sanitarias, especializado en medicina tropical, director de la Comisión de Salud del Océano Índico, asesor para la reforma del sistema sanitario de Guatemala, consultor del grupo europeo de epidemias, coordinador en Somalia de Médicos sin Fronteras, director del hospital de Ntita en Burundi,... La sensatez del conocimiento frente al miedo a lo desconocido. Insiste en que «es difícil que ocurra un problema de gran magnitud», y defiende que en España «no sólo hay grandes profesionales de la salud pública, sino grandes investigadores».

—¿Nos hemos olvidado del ébola? ¿En qué situación de control de encuentra?

—La opinión pública bastante, los profesionales seguimos muy pendientes, e invirtiendo recursos. Probablemente se acabe con él en breve, pero cuando se pierde el interés mediático también lo pierden quienes invierten en solucionarlo, y eso sería un error. Es una enfermedad que se conoce desde hace casi 40 años, y quedan por desarrollar soluciones médicas como las vacunas, en las que se está investigando. Pero el control es claro y eficaz. Aunque no es fácil mover el entramado comercial para problemas de salud que afectan a grupos muy pequeños en zonas restringidas, y que producen pocos casos al año.

_ En caso de emergencia ¿es mejor informar, tranquilizar,...?

_ La mayor parte de las veces tenemos una idea bastante clara de los riesgos a los que nos enfrentamos, de los posibles escenarios. Informativamente lo ideal es ofrecer todo lo necesario, cuanto más mejor. Sobre todo cuando se genera un mínimo de alarma social, porque cuando falta información tanto los medios como los ciudadanos lo rellenan con imaginación. Y eso es mucho más peligroso. Nos enfrentamos a situaciones de alerta sanitaria todos los días, valoramos y decidimos si informar o no, y cuánto. Con el ébola no vimos que hacía falta más información, aunque las actuaciones fueron incluso mejores que en otros países.

—Seguro que desde entonces se han producido otras alertas que han pasado desapercibidas.

—No para nosotros. A nivel global hay ahora tres situaciones de riesgo que seguimos con mucho interés. La gripe H7N9 (aviar), una nueva cepa en el sureste de China que afortunadamente no se contagia entre humanos y está bastante controlada; y el MERS coronavirus, similar a la gripe asiática que en 2003 se extendió a todo el mundo y que está afectando a la península arábiga. Otras patologías que nos interesan mucho son las enfermedades transmitidas por vectores. En Caribe y América Latina hay una epidemia importante de chikungunya, que se transmite por el mosquito tigre. En España tenemos estos mosquitos, y mucha gente que viene de la zona, por eso lo seguimos con muchísimo interés, y monitorizamos los casos que llegan, para controlar lo antes posible si se produjera una transmisión local. También la enfermedad de west nile, la malaria, el dengue,... Y casos de las alimentarias todos los días.

—Su centro alerta de enfermedades por alimentos industriales de uso muy común.

—En España en los últimos años tenemos el famoso caso del pollo precocinado de 2005, la epidemia de salmonellosis más grave registrada en el país, con casi 4.000 casos. Son empresas que sacan millones de productos al día y se distribuyen a nivel internacional. Aunque se actúe muy rápido, afectan a mucha gente.

—El centro lleva funcionando una década, con una media de 50 alertas anuales.

—Hay más casos, pero no registramos todas las señales que detectamos, sólo de las que hacemos seguimiento. Algunas son riesgos de futuro. Hay un equipo de profesionales muy bien formado y con experiencia de diez años que es un referente, el centro español fue uno de los primeros creados a nivel europeo. Además es muy importante el sistema de vigilancia que desarrollan desde hace años las autonomías; y la colaboración internacional permite detectar y tratar los riesgos.

—¿Hay cada vez más alertas?

—A más información, más acceso a señales de riesgo. Pero la tendencia no es exagerada.

—De las situaciones de alerta vividas, ¿cuál ha sido la más peligrosa para la población?

—La que tuvo más impacto fue la gripe AH1N1, de 2009. No produjo un impacto excesivo en la salud, pero había un riesgo alto. La gripe nos persigue todos los años, y los virus se quedan y se convierten en endémicos. Y el ébola, no por el riesgo, sino por el impacto que tuvo. También la gripe H5N1 (aviar), cuando la gente dejó de comer pollos aunque no tenía nada que ver. Son problemas internacionales que podían haber creado situaciones muy problemáticas, pero que se controlaron correctamente.

—¿Qué tipo de casos son más difíciles de controlar, o erradicar?

—Sólo hemos erradicado la viruela, en 1978. Algunas han desaparecido por sí solas, pero tal y como es nuestro sistema sanitario hoy no es fácil que se produzcan casos que generen un número grande de casos. Las alertas alimentarias sí se van a producir habitualmente; pero las que más nos preocupan son las de transmisión vectorial, por ejemplo a través de mosquitos, porque generalmente tienen una altísima incidencia.

—¿Cómo valora el sistema de detección precoz y las redes de alerta sanitaria del sistema español?

—Tenemos un muy buen sistema de vigilancia. Hace un mes hemos ampliado la lista de enfermedades de declaración obligatoria, que han pasado de 33 a 62. Pero la vigilancia requiere una labor constante, y en estos tiempos de crisis hay que recordar que no puede dejar de invertirse en este sistema.

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