Diario de León

JOSÉ A. HERMIDA. PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN ESPAÑA DUERO

«La fundación debe decidir sus propias propuestas, no ser sólo la pagana de otras»

José Ángel Hermida fue nombrado hace una semana presidente de la Fundación España Duero, en la primera reunión que celebró el patronato. RAMIRO

José Ángel Hermida fue nombrado hace una semana presidente de la Fundación España Duero, en la primera reunión que celebró el patronato. RAMIRO

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Definir con claridad los objetivos a los que dedicará sus esfuerzos la Fundación España Duero y obtener los fondos para ejecutarlos son dos de los principales objetivos del presidente del patronato, que reconoce que la situación económica actual es «compleja», y que es necesario poner en valor el enorme patrimonio heredado de las obras sociales de Caja España Duero. Un «buen convenio» con Banco Ceiss será fundamental para ello, aunque ya no existe vinculación alguna con la entidad financiera. Sabe que la fundación es heredera de las cajas y su obra social, pero tiene claro que «el pasado no puede condicionar el futuro. Ahora empezamos de cero»

MARÍA J. MUÑIZ | LEÓN

Apenas unas semanas después de dejar su cargo como rector de la Universidad de León José Ángel Hermida asume el de presidente de la recién nacida Fundación España Duero. Catedrático de Álgebra y de Matemática Aplicada, pide «un poco de confianza» para que el patronato defina a qué tiene que dedicarse la fundación y cómo obtener fondos para llevar a cabo sus proyectos. Tiene intención de comenzar el trabajo en septiembre y presentar antes de fin de año la estrategia a seguir a partir de enero. Y se marca también como reto dar visibilidad social a la institución y desligarla de la imagen que se tiene de las obras sociales de las cajas de ahorro. «Eso se remonta a tiempos que no tienen nada que ver con los que van a llegar.

— ¿Cómo afronta la presidencia del patronato de la Fundación España Duero?

—Como siempre he afrontado todos los retos. Las presidencias no las entiendo como personales, sino como colectivo. El patronato está formado en este momento por diez personas, es ampliable a quince, y lo afrontamos entre todos, de forma coral, intentando poner en marcha una fundación que nace ahora. Es heredera de una larga tradición pero como tal nace ahora. Por tanto, ilusión, esperanza y ganas de trabajo.

—¿Cuál es el principal reto que tiene la fundación en este momento?

—Son tres. El primero es el tema económico, es una fundación privada e independiente y debe realizar sus cuentas y tener viabilidad económica. Con una estrategia de medio plazo hay que buscar el asiento económico de la fundación. El segundo es saber a qué nos vamos a dedicar, cuáles van a ser los objetivos globales, que incluyen a toda la comunidad autónoma. Es necesario, por tanto, hacer una estrategia de dedicación de medios de la fundación. Y por último la visualización y la colaboración con las instituciones.

—¿En qué situación económica arranca la fundación?

—Tiene un capital, pero la situación económica es en estos momentos compleja, por no decir delicada. Necesitamos encontrar el aporte de fondos, ahora hay poco dinero, pero en cambio un enorme y riquísimo patrimonio, que hay que poner en valor para hacerlo rentable. Además hay que llegar a acuerdos con quien ha sido hermano a lo largo de toda la historia, el hoy Banco Ceiss. Uno de mis principales objetivos es llegar a un buen convenio con el banco, con el que nuestras relaciones tienen que ser exquisitas, no puede ser de otra forma.

—La situación actual del banco no es precisamente de beneficios para compartir.

—Trataremos de buscar colaboraciones, hay muchas cosas entremezcladas entre el banco y la fundación, y somos dos hermanos que nos tenemos que llevar bien. Esa es mi intención.

—¿Cuáles serían las principales fuentes de ingresos de la fundación, qué financiación puede conseguir?

—En estos momentos la financiación proviene básicamente de los montes de piedad, y del alquiler de algunos edificios. Pero aspiro a encontrar una línea de mayor financiación a través de convenios y acuerdos con otras entidades. Y es muy importante poner en valor lo que tenemos. Por ejemplo Botines, que será el cuarto edificio más visitado de la ciudad, y eso no está puesto en valor. Hay más casos similares, y queremos valorar el patrimonio, porque además eso repercute también en la ciudad y la autonomía. Se trata de un patrimonio repartido por la Comunidad.

—El patrimonio de la fundación es un valor, pero también es un coste.

—Por supuesto, el mantenimiento de los edificios, la seguridad del patrimonio artístico,... Lo que queremos hacer es rentabilizar todo eso de alguna manera. El patrimonio artístico hay que ponerlo a disposición de los ciudadanos, los archivos son muy importantes. Hay que poner en valor todo ello.

—En esta estrategia ¿entra la posibilidad de desprenderse de parte de ese patrimonio?

—Obviamente hay una parte que no, pero entre los 128 inmuebles que tiene la fundación hay muchos que no tienen ningún valor artístico o cultural. Si alguien nos ofrece un precio razonable el patronato se lo plantearía. Pero hay que distinguir el tipo de edificios. La Comisión Gestora ha realizado un inventario exhaustivo tanto del patrimonio inmobiliario como del artístico y el documental. Ahora el patronato tiene que analizar qué se puede hacer con todo eso.

—¿Qué actuaciones sociales y culturales puede mantener la fundación de las que hacían las obras sociales?

—Esa es la clave. Hoy hay muchas fundaciones, y tenemos que buscar cuáles van a ser los objetivos principales en los que vamos a participar. Soy partidario de las obras corales, así que será el patronato el que decida el tipo de actuaciones en las que hay que particular. Personalmente creo que debe ser la fundación la que haga sus propias propuestas sociales, culturales y también económicas, para la incentivación del deporte, el empleo,... Los estatutos nos permiten casi todo. Pero no se trata de colaborar con otras instituciones siendo simplemente la pagana de algo, tiene que tener su propia estructura e imagen. La mayor parte de los patronos estamos de acuerdo en esto.

—Las obras sociales tenían un ámbito de actuación amplísimo, ¿toca redefinir las funciones?

—Eso se acabó. No puede ser. Tenemos que definir muy bien los campos de actuación de la propia fundación, y procurar no chocar con otras fundaciones que están haciendo también una obra social importante. Es necesario determinar dónde queremos poner nuestro interés.

—Los estatutos señalan que la sede de la fundación está en León, en Botines, pero ha habido temores de que pudiera moverse. ¿La sede de la Fundación España Duero va a estar en León?

—Sí. Por estatutos está en León y sería impropio que cambiara de sitio, entre otras cosas porque una parte muy importante de su legado proviene de Caja España y Caja León. La sede se va a quedar aquí, eso es evidente.

—¿Atender a las sensibilidades territoriales de las antiguas cajas será también una tarea del patronato?

—Sin duda. Es lo justo. Si entendemos que el edificio de Botines es del pueblo leonés, porque ha sido sufragado con el ahorro de los leoneses, pasa lo mismo con Salamanca, Palencia, Zamora, Soria o Valladolid. Todos tenemos que ser conscientes de que esto es una fundación global, que prácticamente tiene todo su desarrollo en Castilla y León, y hay que dejar a los pueblos y ciudades lo que han heredado de sus antecesores.

—Aún quedan por designar cinco patronos, ¿como presidente va a animar a que se complete el patronato?

—Iré a hablar con todos los responsables que sí han nombrado patronos, y también con el resto. Pediré entrevistas a los alcaldes y presidentes de diputaciones que por estatutos pueden nombrar representantes. Hablaremos de la fundación y de cuáles son los proyectos en los que podemos colaborar.

—Los patronos no pueden tener ninguna vinculación política, en una voluntad firme de separar de una vez la intervención de los partidos de estas instituciones. Sin embargo, están designados por ayuntamientos y diputaciones. ¿Es difícil cumplir esta voluntad?

—No. Cada institución tiene que velar muy mucho por su independencia. Los patronos estamos designados por instituciones, pero a mi nadie me ha pedido nada, se ha respetado completamente esa filosofía. Lucharemos por la independencia, y eso significa colaboración y llevarnos bien con todos.

—La fundación nace de un trabajo largo y difícil de la Junta y la Comisión Gestora, después de que el consejo de administración de la entidad financiera abandonara sus obligaciones. ¿Nace un poco huérfana por no haber seguido el proceso establecido?

—El primer conocimiento que tengo de la fundación fue el día que me llamaron para proponerme como patrono. Acepté inmediatamente. El pasado ya no arregla nada de hoy, el futuro puede existir o no, como dicen los médicos; y lo único que existe es el presente. En este presente voy a tratar de avanzar, justamente con Banco Ceiss, con cuya consejera delegada tengo una excelente relación. Si ha tenido un nacimiento complicado, creo que hay que agradecerle a la gestora el importante trabajo realizado. Yo empiezo desde cero y sin ningún tipo de problemas.

—Aún así, ¿se siente la fundación heredera de las obras sociales de las cajas?

—Personalmente me siento heredero de toda la historia de mis antecesores. Cómo no vamos a sentirnos herederos de las obras sociales. Pero el pasado no puede condicionar el futuro. Es así de claro. Y mucho menos el pasado puede obligar a tomar decisiones que vayan en contra del presente y del futuro. No va a haber problemas en esa dirección.

—¿Esta herencia les pone el listón alto a la hora de marcar sus objetivos de cara a la sociedad?

—Al principio costará cambiar la mentalidad de acudir a pedir dinero a la obra social para todo lo que se hacía. Yo sé que esa tendencia va a permanecer durante un tiempo, pero hay que ser consciente de que antes la obra social eran los beneficios de una caja, y ahora esos beneficios no existen, no estamos ligados a nadie. No habrá tanto dinero y habrá que hacer un camino con direcciones estratégicas a tomar para desarrollar nuestra labor. Y una gestión más comprimida.

—Acaba de dejar el Rectorado de la Universidad de León, ¿cómo afronta personalmente este nuevo reto?

—Estoy muy obsesionado con el tema de las matemáticas, llevo ocho años sin dedicarme a ellas y estoy poniéndome al día en lo que yo investigaba. He pedido un año sabático, porque he trabajado 30 años como matemático, pero quedaron muchas cosas que quería hacer. Ahora llega esto, pero habrá que sacar tiempo para todo. Mi trabajo es la Universidad y las matemáticas, tengo el interés y la obligación en ponerme al día en mis materias y en eso me he volcado; aunque al principio me dedicaré con más intensidad a poner en marcha el patronato. Pero siempre me he ganado la vida con las matemáticas, ahora estoy haciendo un notable esfuerzo por ponerme al día con ellas.

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