Diario de León

La salud mental es el tercer gran problema de la población reclusa

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Las drogodependencias, la infección por VIH y los problemas de salud mental son, según los profesionales reunidos en León en el congreso de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria, los principales problemas de las cárceles. «Los problemas mentales tienen una prevalencia que representa siete veces más que la población general. Trastornos mentales, del sueño, depresión o ansiedad son algunas de las principales causas de consulta en las prisiones», indicó el presidente de la sociedad, el leonés Vicente Martín. La encarcelación de extranjeros, fundamentalmente magrebíes, no hace sino agravar la situación. «La entrada en las prisiones de estos reclusos hace que el panorama haya cambiado totalmente en los últimos años, cada vez tenemos más problemas para la atención por las diferencias culturales que, a veces, nos obligan a recurrir a otros presos como traductores para entenderles», agregó. Antonio Mallo Mallo, médico en la cárcel de Mansilla, apunta que en estos reclusos se agudizan los problemas mentales (estrés, depresión o ansiedad) debido a una situación de desarraigo «mucho más acusada». Estos presos presentan, por tanto, una muy alta prevalencia de «patologías psiquiátricas». La llegada masiva de presos agrava, por tanto, el problema de falta de medios para atender los problemas mentales de la población reclusa ya que los centros penitenciarios psiquiátricos son insuficientes para acoger a la población reclusa con problemas mentales. La administración «no está dando soluciones a los problemas de salud mental», precisó Martín. Acceso a la sanidad pública Los portavoces de los más de 260 profesionales reunidos desde ayer en León, representantes de los 1.200 sanitarios de las cárceles españolas, destacaron la insuficiencia de medios para atender a estos problemas sanitarios y reclamaron, como principal reivindicación, un sistema sanitario penitenciario similar al de la población general. Ello obligaría, explicó Andrés Marcos, a dotar a las prisiones de más medios pero también a coordinar los servicios con el exterior de una forma más ágil para que los reclusos puedan acceder a ellos «aunque con las medidas de seguridad que sean necesarias».

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