«El PP es un remanso de paz»

«Tal vez antes éramos más solidarios y cordiales, se intimaba más, se desconfiaba menos que hoy en día, valía la palabra y un apretón de mano. Éramos menos egoístas». Sólo hacen falta 105 años para llegar a esta conclusión, que Miguel Suárez Orejas dejó sobre el auditorio reunido en el Palacio de los Guzmanes, donde el mundo político leonés se congregó para soplar la vela número 26 de la Constitución española y las bodas de plata de las corporaciones municipales. El acto, asimilado por la rutina que resta a la palabra ordinario el calificativo extra que tuvo en el despertar democrático de la nación, sirvió para que Mario Amilivia -que recalcó por dos veces «la satisfacción por estar presente»- recobrase el tacto del bastón de mando municipal y los próceres del partido tocasen a campana tañida el «todos a una». Se acerca el congreso provincial y, por lo menos ayer, no sopló el viento del otro lado del Manzanal, ni tampoco de costado. Y así, la fuerza de atracción fue centrífuga. En las sillas de patio, los nuevos concejales del equipo de gobierno de la ciudad -salvo José María De Francisco y Covadonga Soto- estrenaron también rango; sonrientes y alineados -que no alienados-. Las filas prietas del PP contrastaron con la ausencia de gran representación por parte del PSOE, que, al margen de los diputados provinciales y algún procurador, se encomendó a la figura de Agustín Turiel, diputado nacional, y Francisco Álvarez para sentar la rosa en las sillas de primera fila de la celebración. Sí que cursaron presencia los secretarios sindicales de CC.OO., Ignacio Fernández, y UGT, Ramón Sánchez; amén del obispo de la diócesis de León, Julián López, y los representantes de las fuerzas armadas. Ya lo cantaba el tango. Nuevas Generaciones organizó un acto para contribuir al conocimiento de la Constitución, en el que se invitaba a la gente a leer un capítulo. Hacía un día azul en León. «El PP es un remanso de paz», había dicho Isabel Carrasco, que leyó alto y claro.