Volver

Volver es una opción que no siempre está al alcance del emigrante. No tuvo la oportunidad Tomás González Pastrana ni la encontró Consuelo Agustina Valero que dejaron la tierra en la que nacieron -y no pudo sostenerlos- hace algo así como 77 y 78 años, respectivamente. Tomás y Consuelo completarán el camino de vuelta el próximo 23 de septiembre, embarcados en la séptima edición del programa añoranza, que retoma este año la Diputación de León y que servirá para revocar parte de las deudas emocionales prendidas del alma de miles de leoneses que se fueron al otro lado del Atlántico, a Argentina, a buscar lo que no había en esta tierra. Veinte beneficiarios (cuatro de ellos son cónyuges de los leoneses emigrados) pondrán pie el día 23 de septiembre en la tierra de sus progenitores. Otra vez. Ese día, y los quince sucesivos, tendrán que hacerle un hueco a la emoción y a recuerdos del pasado. Los que no pudo siquiera asumir Tomás González Pastrana, al que puede que sacaran envuelto casi en mantilla de su natal Valduvieco, con apenas dos años de edad. Quién sabe si Consuelo Agustina Valero tuvo tiempo de asumir algo del entorno de Astorga, que le recibirá con ese color dorado con el que pinta el otoño el valle del Tuerto. El hueco abierto por la Diputación leonesa para saldar el viaje de retorno que nunca está seguro en el billete del emigrante da cabida para veinte leoneses que han hecho vida en la Argentina. En quince días, hasta el 8 de octubre, tendrán ocasión de satisfacer parte de las esperanzas de reencuentro que la distancia les ha impedido cumplir. «La Diputación facilita el traslado, el alojamiento, les ofreceremos un programa de actividades culturales y turísticas y podrán elegir estar con familiares parte de su estancia en León, durante seis días, aproximadamente», explicaron ayer el portavoz Jaime González y el vicepresidente Juan Martínez Majo. La recuperación del programa Añoranza asiste a la demanda de los leoneses que emigraron a América hace seis o siete décadas, o las generaciones posteriores a esa emigración masiva obligada a poner tierra y mar de por medio con la miseria. El viaje de regreso a casa envuelve la oportunidad del reencuentro. El Añoranza en un gesto que no debería tener cabida en el capítulo de gastos de la institución provincial. Habida cuenta de lo que resuelve, de los girones emocionales que desprende, parece algo íntimo. Algo que León debería compartir con la gente a la que un día no pudo sostener.