Diario de León

LA ESPECIE ENCARA SU FUTURO

El urogallo canta su valioso celo en Valsemana

El Centro de Cría aprovecha esta época para explorar las posibilidades de reproducción asistida

Aunque se realizan también extracciones a ejemplares cantábricos, los manejos se hacen con urogallos boreales o centroeropeos. J. NOTARIO

Aunque se realizan también extracciones a ejemplares cantábricos, los manejos se hacen con urogallos boreales o centroeropeos. J. NOTARIO

León

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Desde finales del pasado mes de marzo la actividad en el Centro de Cría del Urogallo de Valsemana , en La Ercina, es más que frenético. El objetivo es aprovechar al máximo la época de celo de sus ejemplares, que ya suman 50 entre cantábricos y centroeuropeos, para poner en práctica todos los métodos reproductivos tanto artificiales como naturales para ir estableciendo protocolos propios de actuación con los que lograr los mejores resultados y conseguir criar los primeros ejemplares ex situ.

De esta manera se encaran los primeros pasos para revertir el dramático estado de la población de esta emblemática especie que se encuentra en situación crítica y que es considerada la más amenazada de toda la península ibérica. «Actualmente este centro de Valsemana tiene por delante el mayor reto medioambiental a nivel nacional», explica el jefe del Servicio de Espacios Naturales, Flora y Fauna de la Junta de Castilla y León, David Cubero. Y es que, a falta de los últimos datos oficiales que se están elaborando por parte de la Junta de Castilla y León en estos momentos, la situación del urogallo es muy preocupante. Se estima que quedan menos de doscientos ejemplares silvestres, todos ellos localizados en León, con casi el 80 por ciento, y el resto en Asturias.

La crudeza de estos datos dan una idea de la presión a la que está sometido el equipo de investigación de este centro, capitaneado por su director, Gabriel de Pedro, lo que por otra parte no merma para nada su empeño, dedicación —casi las 24 horas los siete días de la semana—, y el entusiasmo con el que afrontan este gran reto profesional y también personal.

De finales de marzo a principios de junio los días en Valsemana son interminables para analizar, documentar, experimentar, investigar y afianzar un protocolo reproductivo propio que no solo sirva para alumbrar nuevos ejemplares sino que ayude a enriquecer el stock genético que atesora el centro desde el comienzo de su andadura, hace ya más de dos años, y que viene a ser el seguro de vida para la especie.

Es el único periodo del año en el que se puede hacer, por lo que «no hay tiempo que perder», explica la doctora en Biología Emma O’Brien, investigadora procedente del CSIC y que trabaja actualmente para la Junta de Castilla y León en este proyecto.

«La realidad es que todo este trabajo es a medio plazo, porque lo más fácil es que la mayoría de los manejos no den como resultado una puesta de huevos, pero es un trabajo de investigación que para nosotros tiene muchísimo valor para saber en qué estamos acertando y en que no y afianzar así nuestro protocolo», concreta.

Doble objetivo
Buscan investigar todas las técnicas de fecundación, analizar las muestras y criogenizar las más valiosas

Diario de León ha asistido a uno de esos días. Fundamentalmente se realizan los manejos con ejemplares boreales procedentes de criadores particulares, ya que los once cantábricos que ya han nacido en el centro, cuyos huevos fueron retirados del medio natural, son demasiado jóvenes, al no tener ni el año de vida.

«Que esos huevos salieran adelante en el centro y hayan sobrevivido esos primeros urogallos cantábricos ya ha sido todo un logro para nosotros, ya que los primeros meses son extremadamente complicados por cuestiones sanitarias y alimentarias», explica David Cubero. Lo que sí se está haciendo con estos ejemplares es realizar extracciones de semen para analizar su motilidad, es decir, el movimiento de sus espermatozoides, para así proceder a guardar en el banco de semen las mejores muestras.

«Se guardan a 196 grados bajo cero, en un banco de nitrógeno líquido donde pueden permanecer hasta 60 años», explica la doctora O’Brien.

Comienza el manejo con un majestuoso ejemplar boreal de dos años procedente de Sámano (Cantabria). A diferencia de los cantábricos, estos ejemplares tienen que estar habituados al personal del centro para que no sufran estrés en el manejo, lo que no puede suceder con los que vayan a ser reintroducidos en su hábitat para garantizar su supervivencia. «Son ejemplares llevados al centro para experimentar y después aplicar todo el conocimiento a la especie cantábrica», explica De Pedro.

«Sus grandes cejas rojas son un indicativo de su buena salud», explica el director del centro mientras lo sujeta con firmeza. La doctora inicia un masaje al animal al tiempo que se le examina antes de proceder a la extracción de semen. Cada ejemplar es identificado con una especie de código, ya que no se contempla ponerles ningún tipo de nombre que suponga su humanización, ya que «no son mascotas», recalca rotundo el jefe del servicio de Espacios Naturales de la Junta.

Tras devolver al ejemplar a los módulos de reproducción, que cuentan cada uno con voladero propio, traen a la hembra, en este caso una ejemplar belga también de dos años, para inseminarla. Esta misma operación se realiza hasta cinco veces al día con los distintos ejemplares, al tiempo que se asiste a cómo los que están en los módulos reproductores se ‘pisan’, que es como se denomina a lo se conoce para los mamíferos como monta, todo un espectáculo que es seguido con entusiasmo desde la sala de vigilancia donde se supervisan en alta resolución todos los movimientos de los ejemplares en máxima resolución gracias a un sistema de monitorización instalado en todas las jaulas.

Todo el material genético extraído se estudia minuciosamente con sofisticados microscopios y un software que analiza y clasifica los espermatozoides en función de su movilidad. «Todas estas variables nos dan una información muy valiosa sobre la calidad del semen», explica la doctora O’Brien, que utiliza además un microscopio de fluorescencia que indica en color verde si los espermatozoides están vivos, aunque no se muevan, o en rojo, si no lo están. «También podemos ver si presentan algún tipo de anomalía en su cabeza», explica.

El centro empezará en breve a trabajar con ejemplares pirenaicos, que acaban de ser declarados también en peligro de extinción, y que además comparte la misma unidad evolutiva que el cantábrico. «Solo falta que el Gobierno autorice que ambas poblaciones sean gestionadas como una única unidad de manejo en la estrategia nacional, como así se acordó en la última reunión del grupo de trabajo del urogallo cantábrico, lo que abriría nuevas líneas de trabajo», explica Cubero.

Entre explicación y explicación llega una de las biólogas del centro, Paula Álvarez, entusiasmada para anunciar que hay una nueva puesta que recoge con máximo cuidado de unas de las jaulas, a las que se acaba además de dotan de grandes cantidades de heno para que las urogallinas hagan sus propios nidos, y los preciados huevos queden protegidos de ellas mismas y de los propios machos. Cada huevo se trata como lo que es, un auténtico tesoro.

«Se pesa, se mide, se desinfecta y se almacena en una cámara a trece grados durante siete días, luego se deposita en una incubadora a 37,6 grados y con una humedad del 48%», explica Paula Álvarez. Después de esto, toca esperar que se produzca el milagro y los huevos eclosionen. Sería a principios de junio cuando se podrá comprobar que todo este trabajo a dado sus primeros resultados y dar así un pequeño pero importantísmo paso para empezar a poner coto a la desaparición de esta especie.

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