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Nicolás Castellanos | Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998

Covid-19: entre la realidad y la utopía

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León

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Qué poco compartimos. Nos mueve más bien la competitividad, el desencuentro, a veces el enfrentamiento en vez del encuentro, la armonía y la cohesión ¿Por qué no descubrir aquello que realmente enamora, que seduce y también que da sentido a la vida? 

Ciertamente, hoy nos envuelve una realidad dura y cruda. La oscura tragedia del covid-19 cubre la tierra. Son tiempos recios, oscuros, cunde el pánico, el miedo a la muerte. La vida está amenazada y, al fin, caemos en la cuenta que somos vulnerables, limitados.

Tropezamos con este mundo deshumanizado en el que vivimos. El planeta está en vilo, sin llegar a las amenazas apocalípticas medievales. Las plagas siempre han existido.

La euforia tecnológica queda sin palabras. La pandemia deja al descubierto la desigualdad presente en el mundo global.

Pero la realidad letal del covid-19 no puede apagar la utopía, el empoderamiento del ser humano. Qué duda cabe de que en estos momentos se abren muchas ágoras, con muchos horizontes y caminos por recorrer.

El futuro del mundo está en la revinculación, en establecer vínculos desde la fraternidad humana, que abraza a todos, que nos une y nos hace iguales

El reconocido DIARIO DE LEÓN, al cumplir 115 años, que ciertamente son muchos años de andadura humana, cristiana, social, cultural y deportiva, se convierte y se hace cita y lugar de encuentro, de pensamiento, de diálogo, de búsqueda compartida de la otra cara de la vida, de una vida en libertad, en igualdad, en solidaridad, desde la nueva conciencia que nos está ayudando a descubrir que somos y existimos con los otros, que caminamos juntos, unidos, solidarios y que también resistimos juntos.

Efectivamente, ni somos poderosos ni invulnerables. Caemos en la cuenta de que el futuro del mundo está en la revinculación, en establecer vínculos que nazcan de la conciencia de la fraternidad humana, que abraza a todos, nos une y hace iguales, estrecha lazos afectivos de unidad, de amistad, de amor, de ternura, de esperanza compartida, que abren paso a proyectos comunes.

Hay que ser más globales, pensar desde los sentidos corporales, que los tenemos inactivos, casi sin ejercicio. Necesitamos nueva educación de los sentidos, volver a sentir, a gustar, a tocar, acariciar, a oler, a sentir el dolor ajeno, a experimentar el gusto por la vida.

Todo lo contrario de lo que está ocurriendo porque el mundo ha caído en un profundo y funesto egocentrismo captativo, posesivo, que nos impide ver la vida como es y, en cambio, nos la imaginamos como queremos que sea.

O nos paramos a pensar, a cambiar, a transformar, o en caso contrario caemos en la dictadura del ego que produce la pandemia.

No nos damos cuenta de la fuerza de la egolatría, porque nacemos egocéntricos y muchos se van de esta vida sin salir del egocentrismo, sin asomarse a la confianza y entrega que nos pueden dar los otros. Hay que pensar no desde el ego, sino desde lo comunitario, pues con lo global todos estamos relacionados: yo soy León, yo soy Santa Cruz de la Sierra, yo soy África, yo soy Asia, yo soy América Latina.

Precisamente la pandemia del covid-19 nos ha hecho caer en la cuenta de que yo soy con los demás, mientras que la ideología del ego, te separa de ti mismo y de los otros. Por tanto, no pensar desde el ego, sino desde la fortaleza del ser, desde la interioridad, desde lo esencial. Y esto con miradas positivas de amor, compasión, perdón, amabilidad, descubrir lo bello, lo bueno, el hacer el bien, el suprimir el mal, el ayudar al otro a ser feliz. En definitiva, movernos con una conciencia colectiva porque el bien es más fuerte que el mal. Pensar desde la gente, desde la realidad, empezando por la propia familia. Todo esto que estamos viviendo, nos está llevando a una depresión cultural, consecuencia de la crisis económica, sanitaria y ecológica, sin capacidad para superarlo.

La encíclica Fratelli tutti, del obispo de Roma, Francisco, da un rotundo no a la globalización de la cultura del descarte, al «sálvese el que pueda». La palabra clave después del covid-19 es el verbo cuidar. En el Proyecto Hombres Nuevos, que opera en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) y que está muy reconocido a la solidaridad de las instituciones de León, Diputación Provincial, la oenegé de Alin, de la Familia Marista, y de los leoneses, la pedagogía del cuidar a los otros la traducimos en hacer pequeños relatos liberadores, por ejemplo, hacer una escuela, ofrecer una beca universitaria, levantar un templo.

 Con ese «casi nada» de cada uno hacemos un «casi todo». Ahora que la crisis económica, social, de salud, amenaza por todas partes la situación de los pobres, se ha agravado mucho más y es urgente la cooperación, la ayuda para la promoción integral de todos los que viven en el reverso de la historia.

León siempre fue solidario y el DIARIO DE LEÓN un puente y cauce de solidaridad y de humanismo cristiano desde su fundación en el año 1906 por Eloy Blanco del Valle.

 

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