El desamor de los hombres

Dialogan dos personajes de esta novela y uno pregunta por qué no escribe una novela de amor. «El amor y los lugares comunes, tú sabes —responde— corren peligro de convertirse en sinónimos». En esta obra sustentada especialmente en personajes femeninos, aunque algunos masculinos pongan el contrapunto y la tensión definitiva, no hay espacio para los lugares comunes. Se trata de una excelente novela, muy bien construida, con un enfoque realmente original e inquietante que aborda las heridas de un dolor constante entre estas mujeres: el desamor de los hombres. En un pueblo perdido de la isla chilena de Chiloé hay un Albergue «recortado sobre el fondo del promontorio que mira al mar». A él llega la historiadora Floreana, joven y retraída, que se convertirá en la protagonista de la novela. «Voy a vivir por tres meses —dice— entre veinte mujeres». Y más tarde: «Estoy rodeada por mujeres, por todo tipo de mujeres. Viejas y jóvenes, ricas y humildes, hermosas y feas. Cuando llegaron estaban tristes. No todas tienen el espíritu de abandono que yo las supuse. La honda desolación no pasea por los corredores excluyendo a sus protagonistas del mundo viviente». Además de tratar de «enterrar la tristeza», son, sobre todo, «mujeres en busca de reparación»: la clave del desencuentro es la incapacidad afectiva masculina, aunque todas arrastran su propia y apasionante historia, llena de incertidumbres y con la certeza de que «estamos más solas que nunca». Y lo van contando, como problema y reflexión, de la forma diversa que se da, en su realidad y expectativas, sin tapujos, vergüenzas o tabúes: amor, sexo, relaciones familiares y de amistad, enfermedad, deseos y propósitos…, sobre un escenario, que sirve de fondo y contexto, nos acerca a la sociedad chilena y la circunstancia que explica no pocas posturas. Hay también voz masculina. Triple, en alguna medida. La del recuerdo del académico. La presente, apasionada y confusa, con Flavián, el médico que atiende el Policlínico de este pueblo alejado que arrastra sus propias heridas.