Diario de León

Felices frutos de los recuerdos

los límites de la memoria Alfonso García Editorial La armonía de las Letras. 226 páginas.

Publicado por
nicolás miñambres
León

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S i de algo es difícil escribir es de nuestra memoria, que es, a fin de cuentas, nuestra alma. Todo se complica si la sensibilidad es delicada, atenta a los cambios del mundo y, sobre todo, a los nuestros. Este es el sustrato sentimental sobre el que se apoya el bello texto de Alfonso García, texto amparado por una atractiva cobertura: muchas fotografías antiguas, muy bellas, dibujos de pintores y lemas a los capítulos, citando su procedencia. Y la advertencia que cierra el prólogo: «El recuerdo puede provocar la mueca de una sonrisa, posiblemente porque nos sentimos un poco dueños del tiempo ido. Vano intento. Pero está lleno de sueños. Suficiente».

Con estas mimbres literarias y una rica intrahistoria, Alfonso García teje el cesto de su vida, o mejor, de su memoria, henchida de honda polisemia: tipos, familia, costumbres, paisajes…rellenan con fervor la obra. No hay que olvidar las características de Santa Lucía, escenario de las vivencias. Si por una parte fue brillante reducto minero, el olvido acabó por sepultarlo. Pero quedan los indelebles recuerdos del autor que, concienzudo en su documentación y en sus cuadernos de bitácora, levanta acta precisa de la vida, teñida en muchas ocasiones con la presencia de la muerte por los accidentes mineros.

Lo mejor de Los límites de la memoria está en la riqueza de la variedad temática, de la variedad social y, sobre todo, de la variedad humana. Aunque la descripción surja de fuentes oficiales, el tratamiento lírico, mítico o doloroso en muchos casos, los engrandece. La fatalidad incluso, fruto del trabajo, dignifica a sus muertos, observando que el tratamiento literario se ajusta a la inocencia de los niños, absortos ante lo ocurrido, o al dolor impotente de los mayores. Y, flotando en su mansedumbre y silencio, la nieve. Todo recordado de forma intuitiva, sin espacio psicológico para más sensaciones: «Estaba repleto el ajuar de mi memoria. En sepia, naturalmente, que es el único color que se nos permite elegir. El color es una forma de vida, pero cuando la gama se limita solo a uno, de nostalgia».

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