Cómo construir alternativas
Antonio Turiel reconoce que sus reflexiones sobre la situación actual «y su evolución más probable en los próximos años» pueden llevar a caer en la desesperanza, porque «la mera descripción de los problemas asociados al descenso energético suele ser calificada de pesimista y catastrofista». Advierte, sin embargo, que «nada más lejos de la realidad. Podemos salir de esta, e incluso salir mejor que antes. No colapsaremos si no queremos». Y pone algunos ejemplos de soluciones que cambiarían radicalmente la situación actual. «Medidas nada complejas que cambiarían radicalmente la situación actual».
- Mover combustibles fósiles. Hasta el 40% del petróleo que se consume en el mundo se utiliza en mover combustibles fósiles de un lado a otro. Si simplemente se disminuye o suprime el consumo de combustibles fósiles, las necesidades energéticas se recortarían «más que notablemente».
- Alimentos a la basura. Aproximadamente el 30% de todos los alimentos que se producen en el mundo van a la basura sin que nadie les haya tocado nunca. No hay en verdad un problema de producción de alimentos, sino de distribución. También se podría reducir el 50% de los fertilizantes químicos de la agricultura industrial sin cambiar el rendimiento de los cultivos. O apostar por la agricultura regenerativa.
- Coches particulares. El 25% del petróleo que se consume en países industrializados como España se destina a los coches particulares. Simplemente limitando o reduciendo drásticamente el uso se ahorraría petróleo como para ganar una década. Así como reducir el transporte terrestre y marítimo de mercancías.
- Consumo de ropa. En España llega a los 30 kilos por persona y año, «una auténtica barbaridad». Disminuir las prácticas comerciales agresivas y mejorar la calidad de los productos podría reducir el consumo actual hasta un 20%. «En el desierto de Atacama, en Chile, se acumulan miles de toneladas de ropa desechada, muchas de ellas aún sin desembalar, reflejo de la locura del mercado global de la ropa».
- Una electrónica eterna. «Tenemos conocimiento técnico para hacer una electrónica virtualmente eterna, lo conozco bien por mi trabajo en la Agencia Espacial Europea, lo que se envía al espacio no puede reemplazarse y tiene que ser resistente». Se diseñan muchos componentes con obsolescencia programada, a pesar del enorme gasto de recursos y energía.