Diario de León

Opel. 50 años… de Rekord

Berlina media debutante en 1972, con el marchamo de ser el primer turismo de Opel con motor diésel de 60 CV. Las versiones deportivas Commodore B, estaban exclusivamente propulsadas por motores de 6 cilindros y hasta 160 CV.

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Un soplo... de aire fresco. «El mercado no podía permitirse perder un coche como el Rekord». Así de contundente rezaba el comunicado de prensa en la época.

El Rekord D, que celebra su quincuagésimo aniversario de historia (lo hará el próximo enero de 2022) tenía que superar un difícil listón: los 1,2 millones de unidades que contabilizaba su inmediato antecesor, una octava parte de todos los coches que Opel había producido en sus 70 años de trayectoria productivas hasta entonces.

Siguiendo las huellas de sus predecesores el Rekord D, que entró en producción en diciembre de 1971, tampoco tuvo ‘empacho’ en tomar su propia dirección: a diferencia del inmediato antecesor C, aquel «botella de coca-cola» por su inconfundible estética, calcada a la de sus homólogos norteamericanos (procedencia General Motors de Opel), el nuevo diseño recurría, representando fielmente, a rasgos europeos: líneas claras y funcionales, superficies lisas y generoso acristalamiento, baja línea de cintura… estilo claramente atemporal.

«El Rekord D irrumpe en el mercado como un invitado que aporta un bienvenido soplo de aire fresco a la fiesta»; así lo definía entonces su fabricante.

Al igual que su predecesor, el catálogo de nuestro protagonista permitía elegir entre tres tipos de carrocería: berlina clásica (2 o 4 puertas), coupé deportivo y familiar (3 o 5 puertas) y, en la mejor tradición del legendario «Schnellieferwagen» de los años 50 y 60, Opel ofrecía también la versión Van, un generoso familiar de 3 puertas con las ventanas laterales traseras paneladas.

Zona frontal deformable y protección contra impactos laterales, toda una revolución conceptual en el, entonces, incipiente trabajo de seguridad pasiva; también ahí, el Rekord D (también conocido como Rekord II para diferenciarlo de la «D» diésel) subía el listón: los refuerzos laterales, y en el techo, ofrecían protección en caso de vuelco e impactos laterales, mientras que las zonas de deformación programada salvaguardaban a los ocupantes antes colisiones frontales.

También sus motores de gasolina (4 cilindros y árbol de levas en cabeza), marcaban un novedoso desarrollo frente a las ya probadas motorizaciones que, en el momento del lanzamiento del Rekord D, contabilizaban más de dos millones de unidades; el escalón de acceso venía dado por el 1.7 litros de 66 CV; la versión «S» rendía 83 CV y 97 el tetracilíndrico de 1.9 litros.

Sucesor del Olympia y predecesor del, en su época ‘buque insignia’ Omega — Commodore mediante…—, el Rekord ha marcado hitos en la historia tecnológica y productiva de Opel. OP

Típico aspecto de habitáculo en los años 70: volante ‘grandote’, butacones delanteros, palanca de cambios… ‘tan’ larga. OP

Un jovencísimo Walter Röhrl, asistido por su fiel copiloto Jochen Berger, debutaba con Opel Commodore GS/E Coupé en el Rallye de Montecarlo 1973. OP

«Para los amantes de los turismos potentes…» el Commodore Coupé GS/E era ‘su’ coche: motor de 6 cilindros, con hasta 160 CV y 200 por hora de punta. OP

Al Rekord D también le cupo el honor de ser el primer turismo firmado por Opel con motor diésel que, desde septiembre de 1972, se convertiría en todo un ‘récord’ de ámbito mundial.

Aquel gasóleo turboalimentado de 95 CV, con precámara de combustión, ya se había dejado ver unos meses antes —junio del 72— en un espectacular prototipo: GT Diésel, con carrocería aerodinámica —muy aerodinámica—, que establecería 18 récords internacionales en el circuito de pruebas que Opel mantenía en Dudenhofen: el nuevo motor de encendido por compresión (en vez de chispa, como en los gasolina) desarrollaba 60 CV, con una punta de 135 por hora y un consumo medio de 8,7 litros por cada centenar de kilómetros; exteriormente, el Rekord 2100 D era fácilmente reconocible por el generoso abombamiento que lucía su capó delantero porque, debido al árbol de levas en cabeza y la culata modificada, aquel motor era bastante más alto que sus homólogos de gasolina.

Para los amantes de los turismos potentes… el Commodore B que, desde marzo de 1972, vendría a situarse entre el Rekord y los superiores Admiral y Diplomat; aún compartiendo carrocería con el Rekord, el Commodore B ofrecía un equipamiento mucho más lujoso, y sólo se vendía con motores de 6 cilindros.

Rápidamente, llegarían las evoluciones: al Commodore S (2,5 litros y 115 CV) le seguiría el GS de 130 CV y, a renglón seguido, el GS de 2.8 litros (doble carburador) entregaba 142 CV. En septiembre de 1972, aparecería el tope de gama Commodore GS/E, animado por un motor con inyección electrónica, de 2.8 litros y 160 CV con unas convincentes cartas de presentación: 200 por hora de punta (el Coupé) y 195 para la Berlina de 4 puertas.

Así que, tampoco sorprendió que el Commodore GS/E coupé demostrarse sus habilidades deportivas, en circuitos y rallyes: en 1973, un jovencísimo Walter Röhrl debutaba con Opel en el Rallye de Montecarlo… y con éxito, por mucho que la falta de homologación llevase al Commodore GS/E compitiese en Grupo 2 (vehículos modificados).

Sin embargo, los Commodore y Rekord conseguirían sus mayores éxitos lejos de los circuitos y los tramos cronometrados.

En septiembre de 1976, un Rekord D —carrocería berlina pintada en dorado— salió de la línea de producción como la unidad «un millón» de la serie, confirmando que, efectivamente, el mercado… «necesitaba al Rekord», como ya había afirmado el fabricante en 1972.

Un éxito que Opel celebró con el lanzamiento de una serie limitada «Millonaire»: motor S de 2.0 litros y 100 CV, en acabado Berlina.

Cuando se presentó la última generación del Rekord, en septiembre de 1977, habían salido de la cadena de montaje en la casa madre de Rüsselsheim 1.128 unidades del «D» y 140.827 del Commodore B.

Una historia… de éxito.

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