Diario de León

El objetivo que no olvida

El fotógrafo leonés Álvaro Laiz, finalista del Premio PhotoEspaña OjodePez sobre Valores Humanos Lleva varios años recorriendo distintas partes del mundo con su cámara, retratando a «los olvidados» denunciando la situación de las mujeres en Áfr

Una mujer muestra a varios niños uno de los libros de memorias que ahora se exponen en Madrid.

Una mujer muestra a varios niños uno de los libros de memorias que ahora se exponen en Madrid.

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León

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Sus fotos no dejan impasible a casi nadie. Basta con echarlas un vistazo para que despierten en quien las observa algún sentimiento. Hasta escalofríos. El leonés Álvaro Laiz lleva varios años recorriendo muchos rincones del mundo denunciando con su trabajo la situación que se vive en algunos países como Uganda, donde los niños-soldado están a la orden del día.

Su tesón a la hora de revivir historias olvidadas le ha llevado a ser uno de los finalistas del Premio PhotoEspaña Valores Humanos que convoca la revista OjodePez gracias a su trabajo sobre Uganda que ha recogido bajo el nombre de Planes de Futuro . En él se muestra la cruda realidad, a través de retratos, que se vive en el país africano: mujeres sometidas a continuos abusos sexuales, niños obligados a ejercer como auténticos soldados, personas brutalmente mutiladas. Todo ello aliñado con un toque maestro de realismo que hace que sobren las palabras. Es suficiente con mirar unos segundos.

En Planes de Futuro , Laiz pidió a sus protagonistas que escribiesen en una pared lo que habían perdido a causa de la sinrazón que ha provocado el estado de terror que se vive en Uganda desde hace más de dos décadas. «Perdí a mi hijo, a mi mujer», «Perdí mis estudios», «Perdí la posibilidad de ir al colegio», «Perdí mi pierna», «Perdí mi infancia». Son sólo algunas de las frases que escribieron estos ugandeses que inspiraron a un fotógrafo cuya aventura en este lugar inhóspito del continente vecino comenzó casi sin querer: poniendo el dedo sobre la bola del mundo, dando vueltas a la esfera y esperarando a que se detenga: Uganda. Al más puro estilo de El rey de Escocia .

Hacia allí se encaminó hace ahora tres años para permanecer varios meses durante los cuales se dedicó a plasmar la realidad a través de su objetivo y con la única compañía de su colega David Rengel, su cámara y su mochila. «Decidí tomarme en serio la fotografía a partir de ese viaje», comenta. Ambos tuvieron muy buena acogida tanto entre los niños soldado como entre los albinos -"los eternos perseguidos en África por motivos de brujería-" y las mujeres.

Denuncia que no es fácil sobrevivir como freelance y asegura que para salir adelante en este mundillo se necesita suerte «y mucho, mucho trabajo». «Hemos pateado muchas redacciones de medios de comunicación para poder publicar nuestro trabajo. Hoy los medios son una empresa y se rige por los beneficios a corto plazo, lo que triunfa es la crónica rosa y los deportes, pero creo que resultan más interesantes estos temas humanos que la vida de Belén Esteban», sentencia.

A él no le ha ido mal -"«porque me muevo mucho»-" pero sabe que hay «gente muy buena que no publica nada». Allí , en Uganda, dejó muchos amigos y también muchas historias que contar.

Lo que busca es que su trabajo tenga un feed-back , que las imágenes que salen de su cámara provoquen la respuesta de quien las mira porque «cada foto es mitad del fotógrafo y mitad de quien la está viendo».

Álvaro Laiz nació en León -"ha recorrido mucho mundo pero sus raíces siguen aquí. Aquí nació, aquí viene siempre que puede y aquí vive su familia y muchos de sus amigos-" hace 29 años y, tras estudiar Comunicación en la Universidad Pontificia de Salamanca y pasar sus veranos en León haciendo prácticas, se decidió por la fotografía y se fue a Madrid para hacerse un hueco como colaborador. Desde entonces, su trabajo se ha publicado en diversos medios como la Agencia Efe, la revista Yo Dona o El Mundo . Acaba de inaugurar, hace apenas dos días, una exposición -" Memory Books -" en el Fnac de La Gavia, en Madrid, donde pone cara a la tragedia del sida, una vez más, en África. Estos libros de memorias son un proyecto de la asociación Nacwola que forman 40.000 mujeres afectadas por el VIH y que a la vez protagonizan las imágenes que dan forma a este muestra. Ellas han puesto por escrito todo aquello que no podrán contar a sus descendientes en vida y, además, qué esperan de ellos. Un manual de supervivencia para viudas, huérfanos y abuelas en el que han tomado parte como «plasmadores» Álvaro Laiz y el sevillano David Rengel. Promete.

Pero sus proyectos e ilusiones no acaban ahí. Laiz también es una de las cabezas pensantes y fundador de la oenegé An-Hui (un término chino que significa «Lo que sólo se ve a contraluz»). Nació hace casi un año con el objetivo de contar lo que Álvaro y sus compañeros habían vivido en Uganda, porque «hay muchas cosas que no se saben y sentimos la necesidad de contarlas». Quiere recordar a «los olvidados», dotarles de un rostro y dar a conocer su historia a todo aquel que tenga un momento para «escucharlos» a través de las imágenes. Para que queden en nuestra pupila.

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