Diario de León

En el nombre de los hijos

Casi un cuarto de siglo después, la plataforma para recuperar el Valle de Riaño pide justicia Es un milagro que tanto tiempo después aún lata la esperanza en el futuro. La plataforma tiene la factura preparada. Recuperar el valle. Riaño Vive, s

El trazado antiguo de la N-625 en dirección al Pontón, se mantiene compacta a pesar de la agresión d

El trazado antiguo de la N-625 en dirección al Pontón, se mantiene compacta a pesar de la agresión d

León

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Riaño fue una guerra desigual que perdió León. La ganó el Gobierno, por la fuerza, como gana el estado las batallas, a golpe de porra y poder. De aquella humillación, de aquel episodio cruel que acabó con un vergel, un ecosistema irrepetible en el sur de Europa, ocho pueblos y miles de familias despojadas de su vida, de su memoria y el pasado de los suyos, se creó una lápida sin par en el mapa hídrico: 650 millones de metros cúbicos que para las víctimas de la infraestructura no dejan de ser un escarnio diario, una fosa común, una tumba de recuerdos y dolor. Va a cumplirse un cuarto de siglo del bombardeo ordenado por Felipe González, que forma parte de la trilogía de la destrucción aplicada en más de dos décadas a la montaña leonesa. Y en este tiempo se ha fraguado un movimiento social que tiene por objetivo recuperar el valle, bajo la arenga de Riaño Vive y el signo legal de una plataforma concebida para la recuperación del Valle de Riaño. El condicionante emocional de este intento forma parte de ese espacio sagrado que a cada hombre le corresponde devolver a la tierra de sus antepasados. Así se entiende la exposición pública de la Plataforma para Recuperar el Valle de Riaño, lanzada desde hace más de dos años a divulgar valores conservacionistas que eviten episodios similares, que otros territorios sufran la misma transformación artificial, muertos a mano de un presa de contención en el río. En eso se afanan. Eso predicaron a los asistentes a las jornadas organizadas en Asturias contra la construcción de la presa de Caleao. Predicaron con el ejemplo; de la vivencia personal en el desalojo, recuerdos dolorosos de infancia y juventud, el desarraigo del emigrante forzado a punta de pistola, la maleta cargada de desgarro, el paisaje perdido, la abubilla que anuncian las mañanas de abril, los capilotes de alfombra en el sendero, el coche de línea, los carámbanos prendidos de las portaladas, el Esla por Bachende, la virgen de Quintanilla, la feria de noviembre, la nieve que rebosa los postigos, los eneros de rigor por San Antón, vacadas infinitas entre cantos de chicharra, el Yordas al otro lado de la niebla, el eco del crepúsculo en la pared del Espigüete. De eso, arrancado con dinamita de sus entrañas, hablan los miembros de la plataforma en los actos que organizan y a los que son invitados. Hablan, ahora, tras dos décadas de silencio luego de que en 1986 comenzaron a imponerles la mordaza. Hablan sin parar de lo injusto que resulta la estrategia de echar a una persona de su casa para que a otra le pase por delante de la suya, de lo improductivo que resulta condenar un entorno de valor ecológico para que una empresa cargue de kilovatios la cuenta de resultados. Se hacen acompañar de un caldero, para vaciar el valle, dicen. «Tarde o temprano, vaciaremos el pantano». La metáfora del caldero de cinc, el que acarreaba agua para el ganado y la casa, para el huerto y el desahogo de las calles polvorientas del verano leonés, le hace cada vez menos gracia entre las administraciones causantes de la vejación en plena democracia.

La plataforma señala y dispara; al cinismo de la CHD, acostumbrada a ver la paja en ojo ajeno -”con las multas que reparte a diario en zonas de montaña de León por colocar un plástico que contenga el agua de riego-” y no ver la viga en el propio. Que es como cerrar el cauce del Esla con un muro de hormigón de cien metros y dar el visto bueno al informe de impacto ambiental. Apunta y golpea: sobre la memoria de los ejecutores de la presa, los del juicio sumarísimo de la administración socialista, -”«los verdugos de Riaño», concreta-” a los que ponen cara y nombre y apellidos en una página web, mitad esquela mitad museo etnográfico, dedicada a reivindicar el futuro y cobrar la factura de la humillación que les dejó el pasado. Felipe González, Justo Villar, Sáenz de Cosculluela, Domingo Ferreiro, Demetrio Madrid, Jaime González, Alberto Pérez Ruiz. En dos décadas de recuerdos, en dos años de desolación continua, con la guardia civil delante de casa hasta que la casa cae bombardeada, se acumula tanta dosis de resistencia que la moral de la plataforma no se deja minar ahora porque la fiscalía haga papel mojado de su requerimiento para que se investiguen los hechos y se proceda a devolver las tierras arrebatadas a sus propietarios, restañar la herida, indemnizar a las víctimas, iniciar el proceso de reconstrucción. Las carcajadas de los políticos del mismo signo que los aludidos en las primeras fechas en las que se difundió la idea se han tornado suaves, imperceptibles, casi carraspeos ante la dimensión y divulgación que ha tomado la antes «ocurrencia» de la plataforma. Sonrojados, tal vez, por la máscara que se ha caído a la patraña que se utilizó como disculpa para justificar el cierre de la compuerta, el sacrificio que debían de hacer «unos pocos» a favor de un proyecto que iba a generar continentes de riqueza. Hoy, 24 inviernos después, más de la mitad de las cien mil hectáreas que dijeron se iban a transformar en regadío no han visto una gota de agua. «¿Dónde está la riqueza que iba a generar este sacrificio?» culmina el colectivo asociado para recuperar el valle a modo de resumen de sus principios fundacionales.

No extraña la gallardía de los leoneses despojados de Riaño interpelando a los gestores del gran almacén hídrico de la montaña oriental leonesa sobre el origen y la causa del asunto. La pasada primavera, por ejemplo, desplegaron la pancarta azul de su causa ante los ingenieros de presas que habían acudido a un congreso organizado por la CHD en Valladolid para gloria de este procedimiento de dominar el paisaje y al hombre. Desplegaron ante Juan Antonio Gato los muertos que dejó en el valle la acción del organismo que certificó la defunción del valle leonés. Los dirigentes no se dan por aludidos.

Tampoco las eléctricas, a las que se recuerda el regalo que les hizo el gobierno felipista para compensarles por la no construcción de la central de Lemoniz, en Vizcaya.

Los fundamentos revisionistas de la plataforma por el valle de Riaño beben de las estrategias estatales que triunfan en países prósperos y avanzados, como Estados Unidos y Francia, donde se han puesto en marcha medidas de reconversión para zonas inundadas por embalses de tal forma que recuperen su estado original; el que se heredó cuando la naturaleza hizo testamento.

El empeño de estos riañeses, los emigrados tras la ocupación que hizo el Gobierno de las tierras que destruyó la presa, «propiedad de la Confederación Hidrográfica del Duero» se encargan de señalar con postes que alimentan la teoría del colonialismo en la montaña de León, y los que pudieron quedarse en el entorno -”todos deportados, en cualquiera de los casos-” alienta ahora una nueva era en la provincia: la lucha contra el apego a la certidumbre, el regreso de las aguas a su cauce. Indomables por montañeses, tenaces por leoneses, han institucionalizado en el nuevo Riaño las jornadas del Caldero, ese utensilio de uso común que bautiza obsesiones descomunales: dar eco a la información para que no se repita una tropelía como la que se registró entre el otoño el 86 y finales del 87; y alumbrar otro futuro al valle, ahora devorado por más de dos mil hectáreas de lozadal y 650 millones de metros cúbicos de agua, 103 kilómetros de costa, un ecosistema rico reducido a espacio que sólo ha servido para crear hábitat para los cormoranes, esos lobos de mar anclados en Riaño.

No hay sospechas de delirio entre quienes se han acercado, asesorado y caminado junto a la plataforma en estos años de actividad pública. No la hay de Joaquín Araújo, que en diferentes ocasiones se ha aproximado a las intervenciones para Recuperar el Valle de Riaño. Araújo, naturalista, difusor del desarrollo sostenible, también formó parte de la nómina de intervinientes de las jornadas del Caldero para hablar del sinsentido de la agresión ambiental y social que se perpetró sobre esta zona leonesa en una forma de proceder que pondría colorado a cualquier institución de las que la Unión Europea financia para preservar el entorno. De ese desajuste entre la verdad y lo que en los años 80 se vendió como verdad nace también una propuesta práctica para comenzar con el recorte de la extensión del charcón, excesiva para la plataforma, que ya trabaja con estudios técnico para lograr rebajar la cota del embalse a 900 metros de altitud. Sólo por ese matiz, las aguas retrocederían por debajo de Pedrosa del Rey, un o de los pueblos que enseña el escarnio del 86-87, cuando desnuda sus ruinas en pleno estiaje o en los inviernos en las que las precipitaciones no son lo suficientemente generosas para recuperar el vaso del pantano de las sueltas para el regadío y el trasvase del Esla a Valladolid y Palencia. En Pedrosa, sobre el bloque de hormigón que sella el camposanto de la localidad leonesa, se explica el suceso sin eufemismos: una fecha en un placa recuerda «el día del holocausto». En la CHD, en el ministerio de Medio Ambiente -”qué paradoja-” Medio Rural y Medio Marino, en el Gobierno por extensión, también se toman a chirigota la propuesta de la rebaja de la cota. De momento. La presencia social incisiva de la plataforma, de sus postulados, persigue a los políticos hasta obligarlos a explicar en campaña electoral la razón por la que fueron tan solícitos a la hora de ejecutar esta montaña y tan poco receptivos al interés económico y social de sus gentes. Otra vez en el punto inicial de la batalla, como si en 25 años no hubiera habido tiempo suficiente para disuadir a los riañeses del regreso al paraíso arrebatado.

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