Diario de León

espacios singulares

Un oasis urbano

En el interior de algunas viviendas se esconden muchos secretos. Entre ellos, jardines y patios decorados con las más variada y vistosa flora. Riquezas en verde que engrandecen el patrimonio y afloran en pleno corazón de la ciudad

Algunos rincones de León albergan jardines particulares como el del Museo Sierra Pambley, a los pies de la Catedral de Santa María de Regla.

Algunos rincones de León albergan jardines particulares como el del Museo Sierra Pambley, a los pies de la Catedral de Santa María de Regla.

Publicado por
Patricia Saiz
León

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Edificios, comercios, tráfico y una constante ida y venida de personas llenan las calles de León en su día a día. A veces parece difícil encontrar la calma en esta mini metrópolis. Sin embargo, algunos rincones albergan un pequeño secreto en el interior de viviendas o lugares de trabajo, unos espacios que recrean la naturaleza, algo que puede resultar extraño encontrar en medio de la presión urbanística a la que están sometidas las ciudades. Se trata de jardines urbanos, pequeñas joyas que escasean entre todo el conglomerado de piedras, ladrillos y asfalto.

A su paso por la Catedral de León se encuentra uno de ellos. El jardín del Museo Sierra Pambley es un gran desconocido para muchos. Hace 111 años una de las familias leonesas más importantes, los Sierra Pambley, decidieron acomodarse en un caserón desde donde pudieran observar a la majestuosa Pulcra Leonina. Una casa burguesa del siglo XIX con un amplio jardín que hoy forma parte de la obra que emprendió el propietario: La Fundación Sierra Pambley. La finca se divide en el Museo y en las escuelas en las que se impartía formación profesional.

Hoy, este vergel ha adquirido diversos usos, se alquila en función de los proyectos y propuestas que plantea la gente, desde congresos, conferencias o charlas que tienen lugar en el salón de actos y posteriormente se sirve el catering o el café en el jardín, hasta escenario para hacer fotografía de bodas.

Uno de los últimos eventos que acogió fue el mercado romántico que se celebra todos los meses y en el que diversos comerciantes de León instalan sus puestos.

El diseño se hizo en colaboración con unos profesores de Hospital de Órbigo, donde imparten un módulo de jardinería. El mantenimiento es relativamente sencillo —según explican sus responsables—, pues se hace mediante riego automático, aunque, en verano se prefiere el riego manual por la fuerte exposición al sol de la vegetación. La lavanda es la que más abunda y las enredaderas son las más vistosas, especialmente en otoño. La financiación es totalmente independiente del Estado. En principio no dispone de un horario abierto al público permanente, salvo cuando se realizan actividades.

La Fundación también apuesta por los conciertos al aire libre y baraja la posibilidad de hacer cines de verano con la instalación de pantallas para el próximo año.

Muy cerca de allí, otro de los tesoros verdes en pleno corazón de la ciudad. Son los claustros del interior del Seminario de San Froilán y el Palacio Episcopal (Obispado de León). El Palacio data del siglo XVI y el Seminario fue fundado en 1606. Sin embargo, el complejo ha sufrido un largo proceso de cambios y ampliaciones. No estuvo ubicado en las dependencias actuales hasta el año 1646. La capilla de la parte sur se remató en 1998 y no fue hasta 1927 cuando las obras de ampliación finalizaron completamente hasta completar los dos edificios adosados de la actualidad.

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    Los verdes arbutos y rosales dan vida a la Asociación Leonesa de la Caridad. ELORA
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    Dos misteriosas palmeras engalan el patio del Seminario. B. MORENO
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    Las setas del jardín de la calle San Francisco recrean un ambiente de fantasía. ELORA

Pequeños detalles

Desde las ventanas de los despachos ya se puede admirar la belleza de dos llamativas palmeras que son la estrella del patio ajardinado que constituye uno de los claustros, de 350 metros cuadrados. Algo muy curioso en León, donde no es costumbre ver por sus calles este tipo de árboles, propios de zonas costeras. En una de las esquinas de dicho patio, se orienta una campana en cuya inscripción figura el año 1904 y nombre de ‘San Froilán’, tal artilugio tan simbólico se usaba para marcar el horario de las clases y de misa de los seminaristas. La segunda área verde del complejo se ubica entre la parte primera y la capilla, tiene 550 metros cuadrados y comúnmente se utilizaba como zona de paseo y de juegos, hasta que en las obras de ampliación se convirtió en una pista deportiva, conocida como ‘el frontón del Seminario’.

Anteriormente, también fue empleado como almacén de la maquinaria que se utilizó durante las obras de reconstrucción de la Catedral entre 1959 y 1901, fecha en la que se reabrió al culto. Todavía hoy se pueden ver algunas de esas piezas antiguas que se siguen manteniendo en este segundo claustro.

La administración del organismo es quien se encarga del mantenimiento de este recinto, el cual apenas hay que regar al tratarse de una zona bastante sombría.

Asimismo, el Seminario Mayor de San Froilán ha presentado el ambicioso proyecto de crear el Museo de la Semana Santa leonesa, para el cual ya ha sido concedida la licencia de obras y tendrá como punto de partida la instauración de una cúpula de cristal que cubrirá el patio más grande del recinto. Un proyecto que lleva años buscando emplazamiento y financiación.

A pocos metros, se encuentra uno más de estos rincones interiores donde se cultiva una planta muy especial: té verde. En esta ocasión son las puertas de la Asociación Leonesa de Caridad —anteriormente residencia de ancianos, guardería de niños y colegio de San Isidoro— las que se abren para dar paso a un pequeño pero acogedor jardín en cuyo centro se ubica un vetusto pozo, en cuya inscripción se lee «año 1774» y que fue trasladado desde el seminario.

En la actualidad, la Asociación —fundada en 1906— está formada por dos bloques anexos, el hogar del transeúnte y la casa de acogida de las mujeres maltratadas. Quienes más se benefician de este recurso son los hijos de las mujeres que viven temporalmente en la casa. La asociación, además les proporciona juguetes, balones y todo lo que necesiten para que los pequeños se entretengan bajo el soleado cielo leonés.

Hace años, un jardinero era el encargado de preservar el jardín, podar los setos y menesteres varios, pero debido a la situación económica se han visto obligados a prescindir de él y ahora son los propios voluntarios quienes se hacen cargo

Un pequeño ‘jardín botánico’ compuesto por geranios, margaritas, rosales enanos, rosales y gladiolos, entre otros. El espacio idílico para tomar el aire fresco y evadirse por unos minutos de la difícil etapa por la que atraviesan estas madres coraje. Pese a que las personas sin hogar que transcurren a diario por las instalaciones no pueden acceder al pequeño patio, la luz que entra a través de él convierte el comedor en un lugar más agradable y hospitalario.

Las comunidades de vecinos no se quedan atrás. Recorriendo el barrio Húmedo de la capital leonesa descubrimos en la calle San Francisco un precioso jardín que se asoma por las cristales de un portal. Setas artificiales se alzan desde un cuidado césped aportando un carácter bucólico en medio de la vorágine de la urbe. El presidente de la comunidad apunta el enorme gasto que conlleva la conservación de un oasis privado tan característico como este.

Son algunos de los excepcionales tesoros urbanos tan escasos que apenas se cuentan con los dedos de una mano.

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