Diario de León

MUSEO REINA SOFÍA

el museo de la mejor vanguardia

La del Museo Reina Sofía «es una de las colecciones de arte moderno y contemporáneo más importantes del mundo». Así lo considera el director del museo, Manuel Borja-Villel, para quien la colección está siempre «en proceso de cambio»

El director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, junto a la pintura de Dalí «El gran masturbador» (1929).

El director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, junto a la pintura de Dalí «El gran masturbador» (1929).

Publicado por
Mila Trenas
León

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Todo lo que se hace en el Reina Sofía acaba teniendo repercusión en la colección», añade Manuel Borja-Villel, para quien existe siempre un trabajo continuo de investigación, de exposición.. Su asignatura pendiente, añade, es la parte contemporánea cuya exhibición está pendiente de obras de remodelación en el museo, «aunque como estructura está bastante completa y ordenada ya».

A pesar de que a nivel de mercado la del Reina Sofía es «una de las grandes colecciones de arte moderno y contemporáneo» y el Reina «es uno de los primeros museos del mundo», a su director le interesa destacar su novedad a nivel de dispositivo y de cómo se presenta, «de cómo vemos lo local integrado en un relato global; de cómo las disciplinas se entrecruzan».

El primero de los cuatro grandes bloque de la permanente empieza en el momento de crisis de las vanguardias históricas, en los años 20 y 30, con Picasso, Dalí y Miró como figuras que revolucionan las vanguardias de esos años, «que quedan perfectamente reflejados por el Guernica, pieza fundacional del museo».

En un recorrido por la colección, Manuel Borja-Villel propone una primera parada ante el Pabellón de España de la Exposición Internacional de París de 1937, que albergó el Guernica, junto a obras de Miró, Julio González, Calder o Josep Renau. «Refleja un momento en que hay una discusión en el mundo de las vanguardias históricas sobre el papel de lo popular. El pabellón es un compendio de lo que eran las discusiones del momento, además de una obra arquitectónica extraordinaria», apunta el director a la hora de hacer balance.

DALÍ

Momento importante en la década anterior al Pabellón es el del segundo surrealismo de 1929, donde Dalí aparece como una figura totalmente transformadora, que cambia muchos de los parámetros de lo que había sido el primer surrealismo. Y lo hace con obras que remiten a los sueños, a lo que él llama el método paranoico crítico, como «Rostro del Gran Masturbador», con imágenes que se transforman, alegorías y referencias a sus propios miedos, a sus fobias. «Es la gran obra de Dalí de esta época».

En el recorrido propuesto por Borja-Villel destaca también «Pastoral» (1923-24), de Miró, perteneciente al primer surrealismo. Exhibida en el área «Campos magnéticos», título de uno de los textos de André Breton sobre la relación entre texto y pintura «y cómo buscaban que la pintura fuese poética», Miró refleja «como nadie esas ideas en esta obra».

Mientras que el Guernica «es el espacio público, el de las masas», Picasso en «Mujer en azul» (1901) muestra el mundo burgués, el de los interiores que se vive en una época de cambio de siglo. Se trata de una figura femenina casi amenazante, de cabaré, «pero a la vez tiene bastante de Menina de Velázquez, de figura aristocrática». Es un momento en que los artistas empiezan a ver la parte enfermiza de una sociedad que les ha traicionado, y ello se aprecia en esta pintura, muy importante en la obra de Picasso, «quien marca el principio y el final de las vanguardias históricas».

OTRA GENERACIÓN

La siguiente etapa de esta pequeña historia del arte es «la extraordinaria generación compuesta por Saura, Canogar, Millares, Tapies, Oteiza o Chillida», con los que se realiza la reconstrucción del Pabellón Español en la Bienal de Venecia de 1958. «Pintura» (1955) de Antoni Tàpies refleja un momento en que los artistas españoles «sienten la necesidad de volver a formar parte de una vanguardia y lo hacen a través del lenguaje de la abstracción. Tratan de recuperar lo más radical y rupturista del arte español», explica el director del Museo Reina Sofía de Madrid.

«El empaquetado de las patatas duras» (1974) de Öyvind Fahlström (Brasil,1928-Suecia,1976), la instalación de la «Fabrica de San Giovanni» (1971) de Mario Merz (Italia, 1925-2003) o el vídeo «Trio A» (1978) de Yvonne Raider (EE UU, 1934) son ejemplos de la evolución internacional del arte de los 70. En el recorrido destacan también obras de reciente incorporación como «Lanas» de Juan Hidalgo (Las Palmas de Gran Canaria, 1927). Integrante del Grupo Zaj, uno de los más importantes grupos de arte experimental español, Hidalgo hizo esta obra en 1972 para el final de curso del Instituto Alemán.

«La obra desapareció y nosotros la reconstruimos para la exposición sobre los Encuentros de Pamplona, sacándola del olvido», señala a Efe Rosario Peiró, jefa del Área de Colecciones. Otra de las obras «fundamentales» incorporada recientemente es «Antro de fósiles» (1930) de Maruja Mallo (Lugo, 1902-Madrid,1995).

«Dentro de la recuperación del arte de vanguardia español estamos haciendo un esfuerzo más importantes en comprar obra de mujeres artistas del momento. Una de ellas es Maruja Mallo de la que teníamos obra, pero no de su serie «Cloacas y campanarios», la más importante y conocida.

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