Origen de las cantaderas

La fiesta de Las Cantaderas de la ciudad de León, que se celebra el domingo anterior al 5 de octubre, conmemora según una vetusta tradición la liberación del tributo de las cien doncellas impuesto a los cristianos por el emirato de Córdoba desde los tiempos del rey asturiano Mauregato (784-789) para garantizar la paz a cambio de entregar anualmente a los musulmanes cien jóvenes cristianas. La victoria del rey Ramiro I (842-850) en la batalla de Clavijo en el año 844 puso fin al infame tributo.

Tenemos noticias de esta festividad leonesa desde hace siglos, y existen descripciones minuciosas de cómo era antaño la celebración gracias a los testimonios de Fray Atanasio de Lobera (1596), Francisco Cabeza de Vaca (1693) o Jovellanos (1794). Las Cantaderas se desarrollaban con gran boato durante las fiestas de la Asunción, entre los días 14 y 17 de agosto, y en ellas las parroquias leonesas de San Marcelo, Nuestra Señora del Mercado, San Martín y Santa Ana proporcionaban doncellas solteras, normalmente doce, quienes vestidas con gran lujo procesionaban hasta la Catedral de León el 15 de agosto, día de Nuestra Señora. Al frente iba un carro de bueyes engalanado en el que se transportaba una ofrenda de panes (los cotinos) y frutas (antiguamente también un toro), y después de las doncellas iba la corporación municipal leonesa.

También participaba en este itinerario La Sotadera, que supuestamente rememoraba a la mujer enviada por el emir para instruir a las jóvenes cristianas en su periplo a tierras moras. Las doncellas danzaban a lo largo del recorrido y en el claustro de la Cat?edral, donde entregaban las ofrendas a la Virgen que eran recibidas por el Cabildo catedralicio en la tradicional ceremonia del Foro y la Oferta.

Después de un periodo de decadencia varios elementos de la fiesta se recuperaron hace algunas décadas y se mantienen desnaturalizados con un perfil medieval en el contexto de las fiestas de San Froilán; otros elementos, como las competiciones ecuestres, las corridas de toros, la celebración de banquetes o las representaciones teatrales, quedaron en el recuerdo.

Reliquias de cultos clásicos

En León no se ha indagado mucho sobre Las Cantaderas más allá de reiterar su supuesto origen medieval, pero ni la batalla ni el tributo existieron por lo que es oportuno realizar un planteamiento distinto sobre esta tradición. Conviene precisar que esta celebración legionense tiene paralelos con otras del interior peninsular que se llevan a cabo en diferentes fechas como las móndidas de San Pedro Manrique (Soria), las mondas de Talavera de la Reina (Toledo), o las cien doncellas de Sorzano (La Rioja), por citar las más conocidas; todas tienen en común, además, el estar vinculadas con la leyenda de la batalla de Clavijo.

En esencia en todos estos casos, incluido el leonés, estamos ante fiestas de doncellas en las que jóvenes ricamente vestidas procesionan un día señalado, diferente en cada localidad, para realizar una ofrenda (pan generalmente, también flores) a una Virgen o al patrón del lugar siguiendo un recorrido prefijado, a veces en compañía de las autoridades municipales. La hipótesis más convincente sobre el origen de estas fiestas de doncellas apunta a que estamos ante un vestigio de la antigua fiesta romana de las Cerialia en la que se rendía culto a Ceres, diosa de la agricultura, que se celebraba en fecha imprecisa, seguramente en abril, y donde una procesión de doncellas vestidas de blanco hacían ofrendas de pan a la diosa que portaban en unos canastillos. En Roma esta celebración era más municipal que religiosa.

En este punto tenemos que traer a colación que León es una ciudad de fundación romana, que el culto a la Virgen María, difundido a partir del siglo IV, concentró parte de los rituales y lugares de culto de las deidades femeninas de la antigüedad clásica, y que en nuestro caso bien pudo darse un fenómeno de sincretirmo religioso entre un ritual romano en honor a una diosa (Cerialia, Vinalia rustica o Consualia) sobre el que se superpuso el culto a la Virgen, lo que permitió la pervivencia a través de los siglos de algunas de las particularidades de dicho rito si bien con añadidos legendarios posteriores con connotaciones medievales.