Diario de León

La informática como herramienta de justicia social

May Escobar a través de la Fundación Bip Bip busca integrar mediante nuevas tecnologías a aquellas personas de nuestra sociedad con riesgo de exclusión

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HERNÁN ZIN | texto
León

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Si hay algo que ha crecido exponencialmente en los últimos años, es la cantidad de información a la que tenemos acceso. La revolución en los medios de comunicación ha puesto a nuestro alcance una vasta e inabarcable cantidad de datos. Atrás quedan los tiempos en los que la enciclopedia era el punto obligado de consulta cuando necesitábamos una primera referencia sobre algún personaje conocido o hecho histórico, en los que atesorábamos con celo ciertas publicaciones e informes, y en los que para realizar una investigación debíamos irremediablemente coger el lápiz y el cuaderno y partir rumbo a la biblioteca. Hoy, con sólo sentarse tras un ordenador, conectarse a Internet, entrar a la página del buscador Google, teclear las palabras deseadas y tener la extraordinaria paciencia de aguardar algo así como siete centésimas de segundo, se puede encontrar abundante información en relación a casi todo lo imaginable. Parece como si se hubiera hecho realidad el universo de infinitas galerías hexagonales, anaqueles y libros que Borges concibió en el relato. La biblioteca de Babel Sin embargo, este maravilloso y a la vez desesperante -ya que muchas veces se tiene la sensación de estar naufragando en medio de ese inconmensurable océano de datos- acceso a la información al que aquí nos hemos acostumbrado en cuestión de unos pocos años, desde una perspectiva mundial, sigue siendo el privilegio de unos pocos. Un dato hallado en Internet basta para demostrar la veracidad de esta afirmación: el 70% de los habitantes del planeta nunca ha hablado por teléfono. Y, como es lógico, mucho menos aún ha mandado un correo electrónico o navegado por la red. De los 800 millones de personas que habitan el continente africano, apenas el apenas el 1% posee ordenadores. Quienes luchan por los derechos de los colectivos más relegados ya no se limitan a pedir comida, salud y educación para estas personas. También abogan por el acceso universal a la red de redes que es Internet. La diferencia de oportunidades entre quienes disponemos de estas tecnologías y quienes siguen alejados de ellas, está creando un abismo cultural y competitivo que en algún momento habrá que superar si de verdad se quiere construir un mundo más justo. Reducir la brecha digital Esta diferencia, conocida como brecha digital, también tiene lugar en cierta medida dentro de las naciones más prósperas. El perfil del internauta sigue respondiendo mayoritariamente al de un hombre joven, estudiante o profesional, con buenos ingresos. May Escobar, a través de la Fundación Bip Bip trabaja para reducir esta distancia, para acercar las nuevas tecnologías a quienes se encuentran en los lugares más periféricos de nuestra sociedad. Creada en el año 2001, la Fundación Bip Bip de May Escolar se dedica básicamente a recibir los ordenadores que particulares y empresas ya no utilizan, cambiarles las piezas que no funcionan, ponerlos a punto e instalarlos en aquellas organizaciones que los soliciten. En estos años, la fundación ha instalado 836 aulas con 4.406 ordenadores que han ayudado a 339.574 personas en riesgo de exclusión social. Personas sin hogar, ancianos, discapacitados e inmigrantes han dado un gran paso hacia la integración gracias a las nuevas tecnologías. «Es extraordinario ver a alguien que vive en la calle y que se acerca a una de nuestras aulas», explica May. «El ordenador le permite integrarse en la sociedad sin ser marginado por su condición y da la oportunidad de leer los periódicos y mantenerse informado», añade.

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