Diario de León
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León

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Uno recuerda la imagen literaria que nos ofrecían los novelones decimonónicos de las grandes meriendas a base de chocolate. El orondo canónigo catedralicio con la larga sotana oliendo a incienso, el farmacéutico con gafas de gruesos cristales y las yemas de los dedos negras por la manipulación de raras esencias, el ama de generoso bigote, nariz colorada y inconsolable apetito, y el sacristán delgaducho, amarillo como el pergamino y sumamente inquieto como la esquila que toca muchas veces al día, rodeando la mesa camilla bajo la que se adivina el calor gratificante del brasero de carbón de caña. Y sobre la ella, las humeantes tazas de chocolate, los picatostes y una generosa jarra de agua fresca. En el aire, el murmullo de la insidiosa conversación con ácidas críticas para unos y otros, sólamente endulzadas por el delicioso sabor del cremoso y aromático chocolate. Hubo un tiempo en el que el chocolate llegó a ser una obsesión y se servía incluso dentro de las iglesias, justo al finalizar la misa. Tanta fue la pasión por este maravilloso producto que llegó directamente del olimpo de los dioses precolombinos, que incluso hubo sobre él rigurosas prohibiciones¿ pero en los finales del siglo XX perdió muchos adeptos. La prisa hizo que se dejara de consumir en casa, elaborado con tanta dedicación como tiempo, revolviendo y revolviendo con el molinillo de madera en el alto puchero, y se pasará al cocinado en segundos al chorro de vapor de las cafeteras de los establecimientos hosteleros, sin casi ninguna gracia. Ahora la cultura del chocolate vuelve con fuerza y hay ofertas tan interesantes y sabrosas como la que hace el Café bar Cristal, en el primer pasaje de Burgo Nuevo, que ofrece todo un recorrido por los más insospechados sabores, un redescubrimiento del sabor de la tradición, con recetas procedentes de las cortes europeas del siglo XIX, con una línea exquisita y refinada de chocolates y cremas calientes, que deja satisfechos a los paladares más exigentes. Chocolate al merengue, Chocolate con avellanas, Chocolate al dulce de leche, Chocolate de café, Chocolate blanco, Chocolate de fresa y mora, Chocolate al coco¿una carta impresionante que está haciendo grandes adeptos. El chocolate no ha muerto, sigue tan vivo en el siglo XXI, como lo estuvo en el XVIII y el XIX. Texto

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