Diario de León

«Made in» Finlandia

No sólo las saunas. Los ascensores Kone, los aparejos de pesca Rapala, el xylitol de los chicles, el sistema operativo Linux y, sobre todo, los Nokia, son inventos finlandeses

SANDÍN

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JUAN MANUEL SANDÍN PÉREZ desde kuru (finlandia)
León

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Este año el invierno parece no querer marcharse de Finlandia, y a pesar de que tambien hemos estrenado el «horario de verano», la Naturaleza aún duerme pacientemente. Pero el fin de semana llega puntual a su cita, y esta vez hemos decidido poner al mal tiempo buena cara y preparar un sábado al estilo finlandés. Nos vamos a pescar, y después a tomar una sauna, costumbre que nos presta bastante. Y, para rematar, una cena vespertina en la cabaña de junto al lago. El desayuno es la comida más importante del día, ya que aquí la comida es temprano, sobre las once, y normalmente no es más que un sándwich y un café. Pero el desayuno suele consistir en unas tostadas de pan de centeno con margarina y algo de fiambre, un huevo cocido y un plato de un puré de cereales que se toma con mermelada de frutas del bosque o con azúcar. Y por supuesto un té o un café con leche. A las cinco de la tarde termina la jornada laboral y todo cierra, incluidos los comercios. Y cada finlandés marcha a su casa, donde una cena más consistente que el almuerzo espera a toda la familia, que se reúne en torno a la mesa para comentar las anécdotas del día. Así pues, una vez desayunados, nos enfundamos en los plumíferos, cogemos los bártulos y nos vamos. Estos últimos son básicamente un gran taladro manual para agujerear la superficie congelada del lago, una caña de un tamaño ridículo, y la práctica mochila-silla que usa esta gente en invierno para esperar sobre la nieve a que la diosa fortuna pique el anzuelo que se cuela por el orificio hecho en el hielo hacia el agua del lago, 70 centímetros más abajo de nuestros pies. Los finlandeses tiene fama de ser perseverantes y algo cazurros (en eso se parecen a nosotros los leoneses). Quizás por ello una de sus diversiones preferidas en esta época es precisamente la de irse a pescar, aguardando durante horas en los lagos helados a que pique un pez. Pero nosotros no somos finlandeses, y a pesar de que uno es de León, después de esperar una hora y media mirando pa las apavardas sin ningún atisbo de vida en el extremo del sedal, damos por sentado que todas las percas se han mudado de lago esa mañana, y recogemos. Mientras volvemos a la orilla vemos el humo que sale de la chimenea de la sauna. Después de todo no somos los únicos seres vivos en decenas de kilómetros a la redonda. Al llegar nos desnudamos y entramos a la sauna, cuyo interior es hoy una versión boreal del infierno. El mecanismo de una sauna es bastante simple: una estancia de madera con bancos del mismo material, una ventanina en una de las paredes, y una caldera generalmente alimentada con leña de abedul (eléctrica en los hogares urbanos) sobre la que se coloca un montón de piedras que son calentadas por ésta. Periódicamente, una mano anónima se ocupa de lanzar sobre ellas agua con un cazo, a lo que los cantos responden evaporando al instante el líquido elemento y regalándote una nueva dosis de calor que alcanza tu rostro pasados unos segundos. El resultado es que todos los poros de la piel se dilatan y comienzas a sudar por todo el cuerpo. De vez en cuando es conveniente ausentarse de este «cálido» ambiente para respirar un poco de aire fresco y, llegado el caso, darse un chapuzón en las aguas del lago o revolcarse fugazmente entre la nieve. No hay unanimidad entre los médicos a la hora de detallar los beneficios terapéuticos de la sauna, pero en lo que están de acuerdo es en que no tiene efectos nocivos para la salud, salvo que se padezca del corazón. Es una forma natural de limpiar el organismo y cultivar el espíritu. Porque aunque los finlandeses son un pueblo tradicionalmente poco hablador, en la sauna se explayan sobremanera y conversan animadamente, a pesar de que para ellos el silencio es otra forma de comunicación. Una vez terminada la sauna, lo que pide el cuerpo es reponer líquidos y fuerzas con un zumo de cebada (una cerveza puede valer) y algo comestible, porque tanto sudar abre el apetito. Y aquí es donde entran en escena las famosas salchichas, que suelen prepararse a la brasa en un lugar que viene siendo la cabaña de madera que suele estar adosada a la sauna. No se sabe muy bien si ésta es un complemento de aquélla o viceversa, pero lo cierto es que existen en Finlandia 1.600.000 saunas, y que una de cada cuatro familias tiene tambien una casita en el bosque, a orillas del lago o el mar. Vínculo con la Naturaleza Para los sociólogos, estas segundas residencias son muy importantes, ya que constituyen el único vínculo para gente de las ciudades con ese pasado rural de hace sólo unas décadas. Por eso, a últimos de junio, cuando las fogatas de la mágica noche de San Xuan se encienden por todo el país, las ciudades se vacían y los finlandeses huyen al bosque a pasar las vacaciones. A gozar del tiempo libre recogiendo bayas o leyendo una novela, asando pescados recién capturados o navegando por las tranquilas aguas de los lagos. Pero eso en el verano. Hasta entonces, y aunque pueda sorprender la extraña desolación invernal de las ciudades y el campo, uno puede descubrir que tras las ventanas iluminadas se afana un pueblo laborioso y concentrado, que sabe que el invierno no es eterno, y que pronto podra volver a su cabaña a disfrutar de la Naturaleza. No lo parece, pero seguro que muy cerca tenemos algun invento finlandés. Y es que este modesto pueblo nórdico que otorga mucha importancia a la puntualidad y a la palabra dada ha sabido hacer del trabajo bien hecho una meta y un orgullo personal cotidiano. Los ascensores Kone, exportados a todo el mundo; la grifería de Oras; los aparejos de pesca Rapala; el xylitol de los modernos chicles sin azúcar; Swan, el modelo mas extendido de velero; el sistema operativo Linux; son sólo algunos ejemplos. Pero sin duda los móviles, y en concreto los de la marca Nokia, para muchos japonesa, son el producto finlandés mas conocido. Nokia, la empresa más grande de Finlandia y el primer productor mundial de telefonos celulares, lleva el nombre de la pequeña ciudad del Sur del país donde todo comenzó en 1865. Por aquel entonces era sólo una fabrica de pasta de papel que se fue diversificando hasta hoy, cuando da empleo a más de 50.000 trabajadores y exporta sus productos a 130 países. Fue en 1972 cuando Finlandia lanzó el primer servicio regular de telefonía móvil del mundo.

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