Diario de León

Alfa 8C Competizione, objeto de deseo

Motor delantero y propulsión trasera. Evocadoras formas de los cincuenta para la última joya del Biscione. El Alfa 8C pone el acento en los más puros rasgos «Competizione» que han hecho célebre al fabricante italiano

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JAVIER FERNÁNDEZ | texto
León

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Toda una evocación... sólo al alcance de unos pocos privilegiados. Líneas de cautivadora belleza para un biplaza que, no sólo recupera el motor V8 que Alfa Romeo no montaba desde 1977 en aquel Alfetta GTV firmado por Autodelta, también toda la magia -de ahí el apelativo «Competizione»- que en las Mille Miglia de 1950 se declinaba en un experimentale 6C 2500 Competizione con el que Fangio, y su copiloto Zanardi, terminaban terceros en la celebérrima carrera con salida y llegada en Brescia. En las dos décadas anteriores, los treinta y cuarenta del siglo pasado, los motores de ocho cilindros se enseñoreaban de las realizaciones especiales salidas de los talleres de Arese. Cuando las carreras eran -casi- la razón de ser del fabricante y cuando se rendía culto a los más puros «Competizione». Ahora, «un siglo» después, Alfa Romeo vuelve a sorprender al mundo con un estilismo tan sugerente... que mece la pena seguir soñando. Y no sólo con eso -con el estilismo-, también con el «efecto suelo» en el que se trufan sus evocadoras líneas, también con las llantas de 20 pulgadas y con los asientos en fibra de carbono... fabricados a medida del propietario, como en los coches de carreras; en los actuales, porque entonces -en la época dorada- cada cual se apañaba, recubrimientos en ristre, para adaptar -es un decir- aquellos rudimentarios baquet a su complexión. Lo que, eso también, pocas veces se lograba. El 8C hace gala de un estudio aerodinámico diseñado para lograr un coeficiente de sustentación negativo; es decir, para lograr lo que se conoce como «efecto suelo», una particularidad de los monoplazas de carreras que acaban por pegarse materialmente a la pista. Eso, por no hablar de su estructura monocasco en acero, con carrocería de fibra de carbono, al objeto de conseguir un peso reducido. Claro que, la auténtica perla de la «macchina», hay que situarla longitudinalmente bajo el perfilado capó: V8 a 90º, de 4.691 centímetros cúbicos y que rinde 450 CV a 7.000 vueltas. Y eso no es todo. El V8 en cuestión entrega un par de 45,9 metros/kilo medidos a 4.750 revoluciones, por mucho que el motor en cuestión sea capaz de hilvanar hasta las 7.500 vueltas y de ofrecer hasta el 80% del par desde sólo 2.000 giri . La culpa de estas impresionantes cifras la tiene la distribución variable continua en admisión y el que los árboles de levas de ambas bancadas de cilindros se muevan por una única cadena. Y para que la evocación sea completa... el sonido. El sistema de escape del V8 monta unas válvulas controladas electrónicamente que acaban por combinar toda una orquestada musicalidad. La caja de cambios del 8C es robotizada de 6 marchas, con levas en el volante, situada en el tren trasero ( transaxle ) y unida a un embrague bidisco capaz de acentuar el carácter extremadamente deportivo del biplaza. La propulsión sobre las ruedas posteriores -como debe ser en un purasangre- se asegura con los cinco programas del cambio y, para evitar sustos y disponer de la máxima motricidad, se monta diferencial autoblocante y un control de estabilidad VDC específico para el 8C. En fin... como soñar no cuesta nada, apuntar finalmente que el Alfa 8C Competizione se fabricará en edición limitada. Así que, ojo avizor, a lo mejor... se cruzan con alguno por la carretera. De ser así, ¡enhorabuena!.

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