Diario de León

Alejandro Sanz, viviendo despacio

El nuevo disco «Looking for Paradise» no defraudará a sus fans con las diez canciones en las que destaca su viejo tarro de las esencias

León

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Encontró el paraíso a base de vender millones de discos. Y contó hasta veinte en esos resultados de más de seis cifras inalcanzables para el resto de los cantantes mortales. Ahora, regresa con Looking for Paradise (Warner), en donde parece no estar dispuesto a defraudar a sus fans y, en solo diez canciones, destapa su viejo tarro de las esencias. Y esto sí que es un viaje de ida y vuelta, después de sus devaneos musicales, cuando volaba sin echar un pie a tierra. Lo que Sanz sabía, era hacer canciones que volvían locas a sus fans y, discretamente, a parte del público masculino que consume música instantánea. Así se hizo famoso y conquistó las listas de ventas, y le dio para comprarse casa en Miami. Y más.

Convertido en artista por encima del bien y del mal, uno se imagina reuniones con otros músicos del negocio comercial elucubrando por donde iban a ir los tiros de la música y cuál sería el traje que les convertiría en punta de lanza. Shakira, Bosé y demás, podrían ser sus interlocutores válidos. Productores y ejecutivos yankees, el resto. Puede que, en el trayecto, perdiera su personal toma de realidad. La trascendental.

Puestos a razonar, una de las conclusiones libres es que Sanz fue víctima de su propia honestidad y racionalidad. Alguien como él, para quien sus dos referencias, por gustos, historia y conocimiento, son Paco de Lucía y Camarón, hubiera considerado una herejía traerse el flamenco a su terreno y convertirlo en banal ejercicio de estilo. Y, en ese sentido, con Corazón Partío , logró un dignísimo resultado, que le hacía reconocible en ese contexto. Suficiente.

Dios nos libre de hablar de travesías del desierto, discos oscuros, como se ha llegado a decir de sus dos anteriores No es lo mismo o El tren de los momentos , de crueles soledades o de fracasos (la frivolidad es infinita). Pero sí, desde la distancia, ahora hay que ver a Alejandro Sanz como un tipo listo, con talento, que, de repente, se paró frente al espejo y vio su vieja guitarra al lado del piano, y se puso a componer sus canciones personales con los conocimientos de hoy. Y le salió el disco que esperaban sus fans y en el que se siente a gusto. Eso parece, al menos.

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