Diario de León

CANTO RODADO

sonrisas

en la época en la que los bares se llenaron de debate y arte, en un rincón del barrio de san claudio se modelaban rostros y sonrisas

León

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Ayer España volvió a sonreír. Una nueva era política entró como un viento fresco. De norte a sur y de este a oeste. Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia, Cádiz, La Coruña... Las mareas ciudadanas bañan la costa y el interior. En León vamos contracorriente, como en Astorga, en Ponferrada y hasta en nuestro puerto gijonés.

Aquí sonríe Antonio Silván, es la costumbre. La ocasión lo merecía. Con la sonrisa del PP bien ensanchada por los cuatro votos de Ciudadanos. No hubo boda, pero son pareja de hecho consumada en una foto que para la ciudadanía tiene el único significado que tiene. ‘Arre-juntamiento’. Al PSOE le dieron el abrazo del oso. Una maniobra de despiste para mantener un poco la tensión y palabrería.

Contracorriente entraron en el Ayuntamiento de León nuevos colores políticos. Nuevas caras y nuevos modos. Con la voz de la ciudadanía y de la clase trabajadora. Con el mensaje de que, en común, sí se puede. La izquierda, en León, tiene que hacer un largo viaje antes de tocar poder.

Contracorriente

N adar contracorriente es difícil. Se corre el riesgo de morir ahogado, pero se pueden alcanzar las fuentes del río, como dijo Nikos Papadopoulos, consejero de Prensa y Comunicación de la embajada de Grecia en España, en la entrega de los premios anuales de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (Seec) ante el poeta Jaime Siles, su presidente, y un puñado de amantes de las lenguas clásicas.

Hablaba el griego de quienes estudian griego antiguo. Y, por extensión, de quienes estudian latín. Las dos lenguas, las dos culturas, en las que se hunden las raíces de nuestra civilización. Y los idiomas que cruzan Europa, excepto el finés, el euskera y el húngaro.

Volver hacia atrás para avanzar. Volver a las fuentes. Como sueña un viejo cura obrero de CC.OO., Francisco García Salve, para el sindicalismo recobre su dignidad. Hay que recuperar la memoria de quienes verdaderamente cimentaron la democracia que aún no hemos conquistado del todo, porque no sólo de drones vive el progreso.

Pactos y barro

V olver hacia atrás y sonreír. Dicen que una cosa que nunca caerá en la Selectividad son los Pactos de la Moncloa. Quizás porque nadie quiere recordar, ni siquiera los historiadores, que fue el sacrificio salarial de la clase trabajadora la que apuntaló la ‘estabilidad’ frente a sables y camaleones del viejo régimen. Fueron unos pactos de plomo en el corazón de la clase obrera. Y ahora quieren más sangre. Ojo.

Volver hacia atrás. Y tocar la materia primigenia. El barro. Para modelar un futuro a nuestra manera. Sin moldes de serie ni im-postureos. Como ha hecho la escultora Charo Acera, rostro a rostro, semana a semana en un rinconcito humilde, pero muy digno, del barrio de San Claudio.

Cuando las instituciones apagaron la luz de la cultura y el Gobierno nos condenó a pagar el 21% de IVA, hubo gente como Charo Acera y Fran Kanya Enmarcación que decidieron nadar contracorriente y arrancar sonrisas a la gente.

Fue la época en la que los bares se llenaron de debate y arte, el tiempo de las ágoras poéticas en San Marcos, las hacenderas culturales, sin dirigismos ni paletismos políticos. A ritmo de tam-tam nació hasta un diario digital por puro amor a la cultura y al periodismo. Tam-Tam Press suma y sigue.

En esa marea cultural ajena a subvenciones y favores floreció Posa para mí, una exposición que reúne en El Albéitar, oasis cultural sin igual, los bustos en barro de 65 personas, importantes y corrientes, entre las que tengo el honor de compartir vecindad. Ahora también soy de barro. Y sonrío. Aunque sea tan frágil como la vida. Gracias, Charo.

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