Diario de León

PRIMER GOBIERNO DE RAJOY | la mano derecha del presidente

La mujer que tiene el poder

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El éxito que acompaña a la mujer más poderosa del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, es el resultado de una carrera política que nació, maduró y prosperó bajo la sombra de Rajoy. Esta vallisoletana de cuarenta años y precoz abogada del Estado apenas había ejercido en los juzgados de León cuando acudió a una entrevista de trabajo en la Moncloa. Fue contratada como asesora en la Vicepresidencia del Gobierno en el 2000, donde destacó por su capacidad de trabajo y tenacidad. Allí sorprendió su habilidad para trazar estrategias, quizás fruto de la práctica del mus, al que jugaba con fruición en sus años de universidad. Cuando conoció su forma de actuar, voluntariosa y leal, Rajoy la integró en su equipo de confianza, la convirtió en su mano derecha y, en cuanto pudo, la incluyó en las listas electorales del PP por Valladolid. Como sucesor de Aznar, en el 2003, el jefe —como siempre le ha llamado al presidente del Gobierno— se la llevó al partido.

En la oposición, ella siempre estuvo al lado de Rajoy y fue su as en la manga cuando tuvo que resucitar de la catastrófica derrota electoral del 2008. Sería en adelante su número dos y portavoz del grupo parlamentario en el Congreso.

Una osadía. Los más antiguos del lugar se echaron las manos a la cabeza ante tamaña osadía, impropia de un político tan conservador y poco amigo de los cambios. Los marianistas más veteranos —como el actual presidente de las Cortes, Jesús Posada— se temían que los críticos del aznarismo más radical iban a destrozarla y pronto le prestaron su protección. «No quedarán ni las raspas», dijeron muchos. Todo pareció indicar que así sería cuando empezaron las maledicencias, zancadillas y menosprecios de sus conmilitones, que seguían viéndola como una indocumentada en política y advenediza inexperta en lances parlamentarios. Contra todo pronóstico, la Niña, como la llamaban sus detractores con desdén, superó la prueba con brillantez. Otra vez, un cum laude en las oposiciones más difíciles.

Con el apoyo inquebrantable del íntimo amigo de Rajoy, el fallecido Paco Villar —a quien llamaban con inquina «el padre de la novia»— la joven portavoz y su atajo de pipiolos se pusieron al mundo por montera a base de echarle muchas horas. Soraya aprendió a manejar con pericia las relaciones con los medios de comunicación, a disciplinar con mano izquierda a los resentidos del grupo parlamentario y abordar con eficacia las sesiones de control al Gobierno. Su estatura política medró a pasos agigantados a medida que su trayectoria vital discurría por parámetros poco tradicionales en la derecha.

Matrimonio civil. En el 2005 se casó en Brasil por lo civil con otro funcionario del Estado. Se quedó embarazada de su hijo Iván poco antes de que Zapatero convocara las elecciones del 20-N y dio a luz en las vísperas, el 11 del 11 del año 11. A los nueve días de haber dado a luz a su hijo ya estaba integrada en los trabajos políticos con Rajoy. Participó en la noche electoral, los preparativos de la investidura, y la dirección del equipo que gestionó el traspaso de poderes. Todas las sospechas sobre su poder futuro se vieron confirmadas cuando compareció, a la vera del líder, en el emblemático balcón de Génova en la noche de la victoria.

Desde la carrera de San Jerónimo, constituyó un grupo de jóvenes políticos de corte más gestor y pragmático que dogmático, con los que ha sabido influir en la oposición del partido. Ella es ahora la líder de la generación del postaznarismo y el reflejo de una forma de hacer que emula la de Mariano Rajoy a base de cartesianismo, perseverancia, centrismo y profesionalidad.

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