Valores «y ya está»

Cuando el sargento Enrique Ferrero sube al estrado y hace un burruño con la gorra se ata un nudo en el estómago del auditorio. Un discurso «sencillo» y «humilde», avisa, antes de que tenga que hacer hasta dos pausas para contener las lágrimas. Valores, repite hasta en una decena de ocasiones para recalcar de qué se nutre una profesión entregada al sacrificio. Hay militares, guardias civiles, políticos, representantes de administraciones públicas, empresarios, sindicalistas, deportistas, jueces, abogados, hombres de la cultura y la educación; más de 300 personas congregadas en San Marcos para el premio Diario de León al Desarrollo Social y los Valores Humanos. «Y ya está», zanja el jefe del Greim, dentro de un traje de gala que le sobra pero por el que desborda humanidad, arropado por el asentimiento cariñoso de sus compañeros, mientras busca con la mirada la aprobación de su mujer, Vanesa , quien se sienta para contener el aliento y que no se adelante el regalo que atesora en la barriga, el segundo, una niña, anunciada para el 24 de diciembre. «Me cuadro ante ustedes», reconoce Juan Vicente Herrera , antes de que un aplauso prolongado traiga a la memoria a los ausentes y convierta en «heroínas» a sus viudas.

Con el primer plano convertido en una disciplinada formación de guardias civiles, el patio de asistentes hace un hueco cuando Herrera se reparte en los saludos. Vienen y van los focos, hasta que se posan en el hombre al que todos quieren saludar. Emilio Orejas , que hoy cogerá el tercer bastón de mando de la legislatura en el Palacio de los Guzmanes, recibe la bendición del presidente autonómico de su partido entre sonrisas y palmadas en la espalda, escoltado por el nuevo líder de su partido en León, Eduardo Fernández , y ante la mirada complaciente de la presidenta de las Cortes autonómicas, María Josefa García Cirac , del consejero de Fomento, Antonio Silván , y del delegado del Gobierno en la Comunidad, Ramiro Ruiz Medrano . El corro se hace cada vez más grande y nadie se quiere quedar fuera. El elegido se deshace en saludos, sin saber la mitad de las veces a quién. «Es el nuevo presidente de la Diputación», se chiva una asistente a su amiga. «Pues que tenga suerte», bromean cuando ya se encamina hacia la puerta seguido de su nueva corte.